La meditación como el camino para “tratar de hacerte un buen ser”
Por Wanda Aranguren
La imagen de un lugar que no conoce le es revelada a Amanda en varios sueños. Seres que se contactan con ella a través de su meditación le piden que vaya a ese lugar a cumplir con sus designios. Con unas pocas provisiones parte desde Chile en busca de su destino y llega a “La Aurora” un lugar “mágico” –según sus palabras – con poderosas fuerzas energéticas, a las afueras de un pequeño poblado turístico de Uruguay.
Allí, “la chilena” como es apodada por los lugareños, con su sencillez y simpatía irá conquistando el cariño de muchas personas que se acercan a conocer su historia mientras ella pasa sus horas meditando o haciendo artesanías que luego vende en los centros turísticos cercanos.
En la pequeña carpa donde vive, sola en el medio del campo y con apenas lo necesario para subsistir, la esperan un sin fin de encuentros con más seres extrasensoriales que le irán revelando lo que debe hacer para luchar contra las injusticias del planeta.
Esta historia que parece la sinopsis de una película de ficción o literatura fantástica, fue contada a EL PUEBLO por su protagonista, Amanda Figueroa, una joven y bonita chilena de 31 años proveniente de la ciudad de Valdivia, que desde abril de este año se afincó a unos pocos kilómetros de la estancia “La Aurora”, pero ya había estado en oportunidades anteriores en el mismo lugar.
En una visión somera del relato se puede pensar que hay un poco de sin sentido, irracionalidad o hasta locura de parte de una joven que se aventura a vivir casi sin nada y en el medio de la nada, afirmando tener contacto con “seres”. Sin embargo, tras un par de horas de hablar con Amanda, se descubre una persona llena de luz y energía, simpática, sencilla, de muy buenos modales y agradable en su conversación; dando notas de tener gran lucidez y cordura, algo que la hace ver con los pies sobre la tierra a pesar de que pueda ser incomprendida por muchos.
SERES CON FORMAS HUMANAS LE PIDIERON QUE VINIERA A “LA AURORA”
En su ciudad natal estudió Licenciatura del Arte, curso que abandonó por “aprender a volar” en parapente, comenzó a practicar la meditación por su propia cuenta porque era algo que sentía que ya sabía hacer.
“Primero me sentaba a meditar y esperaba que pasara algo, hasta que luego de un tiempo empezaron a pasar un montón de cosas, tanto visualmente como en los estados internos que tenía”. Meditando, Amanda se contactó con varios seres pero en sus primeras visiones la duda la embargó por completo y pensó que todo era parte de su imaginación incluso llegó a pensar que se estaba enloqueciendo. Por eso, en uno de los contactos le pidió a esos seres que le den una prueba física de que eso era real y “en un momento cuando veía un ser, se llenaba todo el río frente a mi casa de cientos de aves físicas y una vez que el ser se iba las aves se iban también, todas juntas al mismo instante”.
Las presencias a que hace referencia Amanda siempre tienen formas humanas, “algunos se parecían a Jesús o a otros maestros y otros no podía identificarlos”, dijo la joven. Con ellos, habla directamente o se comunica de otras formas entablando un contacto que le permite interpretar lo que le piden.
“Yo me despertaba a eso de las 3 y media de la mañana y comenzaba a sentir una vibración muy fuerte por todo el cuerpo y entonces veía siempre las mismas imágenes de un lugar que no conocía. Veía la gruta del Padre Pío, la zona de San Nicanor. Al principio yo no sabía qué lugar era hasta que en los alrededores empecé a ver monjes rezando y pude identificar algunos que habían estado en Valdivia. Consultando me dieron las indicaciones de dónde quedaba y cómo llegar y los seres me dijeron que viniera por 40 días y eso hice. Esa primera vez estuve en Redención haciendo servicios hasta que me volví a Chile, porque en el campo mental empezaron a haber muchos miedos”, relató Amanda sobre el comienzo de esta nueva etapa de su vida.
“CUANDO LLEGUÉ, TODO ERA MÁGICO”
La primera vez que Amanda llegó a la zona de “La Aurora” fue hace casi 3 años donde permaneció por 40 días y tras varias idas y venidas entre Chile y Uruguay, se afincó definitivamente aquí desde abril del año pasado. “Cuando llegué, todo era mágico. Sentí aquí una paz inmensa como si estuviera flotando, esa energía interna se intensificaba tanto que yo sentía la necesidad de que todos los seres del universo pudieran sentirla también. Aquí he visto centros de sanación que salen debajo de la tierra con seres intraterrenos y seres extraterrenos que vienen en naves. Una vez dentro uno está en otra dimensión y entonces los muros que parecían sus límites ya no lo son y todo se vuelve infinito porque estás en otra dimensión”.
A TRAVÉS DE LA MEDITACIÓN
Amanda se aferra a la meditación y así alcanza un estado mental en que los miedos desaparecen porque “incluso si a tu cuerpo le pasara algo eso ya no importa, porque tu eres luz, eres alma y da lo mismo lo que pasa y ya el miedo a la muerte desaparece”, por eso el accionar de los otros no la aflige. El mayor temor de Amanda se produjo una tarde en que no pudo alcanzar ese estado de plenitud, llegó a voltear las imágenes de todos los profetas y maestros que la acompañan porque sintió que nada podía llenarla, la embargó una angustia muy grande y únicamente pudo llorar. Pensó en la muerte como una salida, pero fue solo un instante, hasta que vio a su lado una figura que describe como similar a la de Jesús, volvió a su meditación y volvió a recomponerse.
“TRATAR DE HACERTE UN BUEN SER”
“Lo que vine a hacer aquí aún está en proceso. A uno le piden cosas sobre ciertas situaciones que pueden ser injustas y llevar lo que sería la palabra de Dios, que seamos buenos, que podamos amarnos y ver más allá de las formas, del color de nuestra piel o nuestras posesiones. A mi me piden hacer esto y si en el camino surgen otras situaciones hay que ayudar y apoyar a todos. El camino es un poquito eso, tratar de hacerte un buen ser. El mundo interno es algo difícil de explicar, la fuerza que tú puedes sentir adentro por hacer algo bien que puede afectar a muchas personas es algo así como un éxtasis, que coordina el centro cardíaco con tu mente y tú te sientes en plenitud y unido a todos los seres y la tierra. Te viene una alegría que es suprema”.