El pasado lunes, en esta página hicimos referencia al breve libro de poemas titulado “Cantata a Salto”, de un salteño que no vive en Salto, Enrique Castellanos, y de cuya publicación se cumplen 15 años. Lo recordábamos a través del fragmento de una nota de José Luis Guarino sobre el mismo. Luego, al menos tres lectores de EL PUEBLO nos hicieron saber que les gustaría conocer el libro o, al menos, parte de su contenido. En cuanto al libro, les explicamos que en aquel momento el autor nos envió un ejemplar y tenemos entendido que, al haber sido una tirada no muy numerosa, es difícil de hallar ahora. Pero nos comprometimos a mostrar algunos de sus textos. Aquí van:
PUENTE SOBRE EL ARROYO SAN ANTONIO
Como para llegar a las cuevas
y hacer una llanura pensante…
Una baranda de árboles que cuide
los reflejos del río…
Árboles que cuiden de los años…
Con un zumbido de amores
de gritos vivas y saludos.
Desde este presente desde este presente
donde el arroyo San Antonio
tiene pirañas y un pañuelo de aceite
que le cubre y agranda las heridas.
El puente no está
se llevó a sí mismo a otra orilla.
El puente no está
y desde este lado queremos cruzarlo
RETORNO A LA CIUDAD
Ya lo viví y ahora
es un simple repaso:
los lamentos y las voces se turnan
llenando los juzgados con matrimonios y condenas,
las calles con árboles mal puestos en las veredas
con casas milagrosamente levantadas sobre otras
y los niños que se parecen a sus padres.
Así,
uno tras otro,
saliendo a tu encuentro con la túnica del tiempo
dejando a su paso una cueva vacía
y la bajada por las calles que van a dar al río
y el retorno que permite
encontrar aquel canto
que espera nuestra voz
LÍMITES
El río Uruguay, los arroyos Sauzal y Ceibal, una línea de
naranjos que va corriendo el horizonte son los límites de Salto.
La sombra que dejan los que se fueron
la sombra de los que no volvieron
y la luz mendigando
la sombra piadosa del olvido.
PUENTE A LAS CASCADAS
Permiso,
quiero llegar a la Garganta del Diablo
que marcaba Salto Grande.
Voy a estar una tarde como un romance
voy a caminar con un dorado
bajo el río de lluvia fina.
No cuenten,
no cuenten que me escapo
por el costado de las fotos
y que allá hay una chalana
que se escapó del derrumbe.
Permiso,
si llego hasta aquel tiempo
el presente se escapa
como una pandorga que se le rompió la piola.
Permiso,
hay aroma de musgo que cuenta una historia
voy prendido a las gaviotas
siguiendo las caras felices de entonces.
Permiso,
hay alguien con los ojos más allá de los árboles
¿qué mira, qué mira?
El agua es un desierto sepultando los años
¿qué mira, qué mira?
treinta años después no soporto la mirada.
Permiso Salto Grande
permiso a los que salen de los cines,
permiso a las calles con las flechas cambiadas,
estoy en el muelle de un siglo distinto
pero reconozco las caras y digo:
éstos son los hijos, éstos son los hijos.
COPLA
La luna en la costanera
la calle besando el río;
levanta su verdulera
y canta Aquilino Pío.
EL TIEMPO
Para siempre quedamos
con el movimiento lento de las carretas,
en el mediodía bochornoso del verano,
cuando andan niños que venden y piden
y parece que el mundo se terminara en eso.
*
Los ojos como si fueran nuevos
derraman paisajes.
Luz de Salto que se ve desde Concordia
luz sin piedad que marca las arrugas.
*
Luz del niño que duerme debajo de un naranjo
con un ayer apenas
con una mañana blanca,
donde saltan conejos del bordado de la abuela.
*
Luz maraluz maraluna,
cuerpo de mujer envuelta en la mirada.
Luz de Salto en la palangana de la azotea
que no alcanzan los perros ni los pájaros.
Apenas pena la luna.