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Adriana Miraballes, INMUJERES: “Tengo la esperanza que comencemos a cambiar”

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Adriana Miraballes es la principal referente del Instituto de la Mujer dependiente del MIDES desde hace años. Ingresó por concurso y lo destaca orgullosa. Hoy dialogó con EL PUEBLO para compartir un poco de su experiencia de vida.

1. ¿Cómo fueron esos primeros años de su vida?

– Mi familia era típica, formada por un papá, una mamá, una hermana tres años menor, y yo. Fue una infancia muy feliz, en mi época no teníamos todas estas tecnologías que hay en el momento. La sociedad era totalmente distinta, eran los gurises en el barrio, las juntadas a jugar, las mujeres jugábamos pero no con los varones a la pelota, de subirnos arriba de los árboles, de robarle naranjas a la vecina. Después estaba el tema de armar los famosos cares, que se hacían con tablas de cajones y rulemanes, y bueno, y más de una vez nos matábamos de los porrazos que nos dábamos, pero era una infancia que se vivía de otra manera, muy compartida. En el caso particular de mi familia, una madre dedicada a los cuidados de la familia y el cuidado del hogar, y un padre empleado con muchas horas de trabajo, una familia trabajadora.

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2. ¿Cómo era la relación con su hermana menor?

Con el correr de los años sentí diferencias, era como que al ser la mayor, tenía que dar el ejemplo, entonces a nivel educativo mis padres fueron muy exigentes en esto del cumplimiento de los deberes, el no faltar, si bien no ser la mejor, pero sí siempre apuntar a superarse, a tener las notas más altas, porque eso implicaba superación. 

3. ¿Cómo vivió su adolescencia?

– Hay una cosa que es bien importante y que yo la marco, porque es importante con las juventudes de ahora, me tocó escuela, liceo, y el comienzo de Facultad en época de la dictadura. Esa fue una época que principalmente en la adolescencia nos marcó mucho, cuando se decidió en la época de hacer Secundaria. En mi época se decidía en tercer año qué opción tomar. En mi casa siempre me vieron como la que tenía facilidad para las matemáticas, para los números, me vieron siempre como la contadora. Me voy en el año 83, que no se sabía si se ponía o no la prueba de ingreso en las Facultades. Hice dos años de Ciencias Económicas, pasándola bastante complejo, porque bueno, fuimos a una pensión, me olvidé de decirte que yo soy olimareña, de pura cepa, y bueno, fuimos a una pensión de una familia de Treinta y Tres, hice dos años, y después me di cuenta que no era lo que me gustaba, o sea, estábamos acostumbrados al liceo de Treinta y Tres, en esto de que yo te traía las mejores notas, pero ahí se notó la diferencia del interior con Montevideo. 

4. ¿En que lo vivió?

– Me acuerdo de segundo año de Economía, un docente nos pregunta de dónde éramos, nos pidió que nos quedáramos, y nos dijo, muchachos, ustedes tienen que hacer quinto y sexto de vuelta, porque ustedes hacen preguntas como no saber la tabla del dos. O sea, había una diferencia importante, y eso trajo como un poco de desilusión, pero igualmente no me hallaba para nada en esa profesión. 

5. ¿Y qué hizo entonces?

-Volví a Treinta y Tres, ya me encontraba en una edad para depender de mis padres, entonces comencé a trabajar en Centro Eléctrico, en ventas. Y después dije no podía estar sin hacer nada, me trasladé nuevamente a Montevideo, me casé, y ahí estaba en la indecisión de qué estudiar. Me había entrado esto de que no me gusta dejar las cosas por la mitad, pero tampoco estaba en esa indecisión de qué hacer. 

6. ¿Es ahí cuando aparece su vocación social?

– Arranqué con Ciencias Sociales, pero justo nace mi primer hijo, solos en Montevideo, no es fácil, no teníamos familiares para apoyo en el cuidado, y volvimos a Treinta y Tres. Con el pasar del tiempo nacieron mis otros hijos, y por cuestiones laborales llegamos a Salto, mis hijos ya estaban todos grandes y culminó mi carrera, pero siempre estuve participando en todo lo que tenía que ver con grupos de mujeres, me acuerdo que por el año 80 y pico, siendo muy joven, fui parte de un colectivo de mujeres que reclamaba por sus derechos en plena dictadura, y fue una temática en la que siempre incursioné. Siempre estuve leyendo, siempre me estuve formando. Luego que terminé la licenciatura, no paré de estudiar. Siempre mi foco fueron las mujeres.

7. Y en ese sentido feminista, ¿cómo fue la relación con su madre?

– Es un tema muy personal pero te lo voy a contar por la amistad que nos tenemos. Estando mi mamá en sus últimos años de vida, conversando antes de que ella entrara en su etapa crítica de Alzheimer, me dijo, nunca dejes de superarte, y yo pensé que venía por el lado de esa exigencia que se había planteado a lo largo de los años, con eso de ser mejor y de superación, y me dice, porque a mí me hubiera gustado muchísimo estudiar, pero no lo pude hacer, porque mi padre, como éramos mujeres, no nos permitió seguir estudiando. Ni siquiera terminó la escuela, porque tenían que atender y ayudar a mi abuela, para atender a los hermanos varones. Eso fue como un puñal en el corazón, o sea, no hay otra cosa que me pueda graficar lo que pasamos y lo que pasan las mujeres antes y lo que sigue pasando ahora, porque lamentablemente, sigue pasando. Las mujeres siguen con avances, no digo que no, pero la mayoría de las mujeres les cuesta muchísimo llegar, liberarse un poco de esto del cuidado, y dedicarse a lo que realmente quieren hacer. Llegan hasta determinado punto, pero está demostrado, que cuando quieren llegar al tope, no digo que no haya, llegan. 

Entonces, ¿en qué momento nos encontramos? Y la situación es que ha habido avances, pero falta muchísimo por hacer, seguimos teniendo leyes hermosamente escritas, pero cuando vamos a los derechos sustantivos, no tenemos, está escrito, pero en la realidad no existe. Entonces ahí todos como sociedad tenemos la gran responsabilidad de dar respuesta a esto, no es solamente la corresponsabilidad de cuidados, es de todos los días, en MIDES, y en INMUJERES, esto de mujeres que vienen, que no tienen un lugar para vivir, que no acceden a un trabajo porque si son jóvenes y están formados, les piden experiencia, pero si tenés más de 40 años, no conseguís trabajo en ningún lado, porque ya estás viejo. El otro día participamos en la actividad que hubo de INMAYORES, y es clarísimo, como decirte que llega una edad en que no servimos para nada, y somos como desechados, como que la sociedad no nos quiere ver. 

8. Justamente INMAYORES tiene una cifra que lastima como sociedad, que de la violencia que se ejerce contra el adulto mayor, el 83% son mujeres. 

– Ahí sí nos toca de lleno con las temáticas de género. La mujer durante su vida no tiene ese prejuicio de concurrir a realizarse análisis médicos, estudios, que el médico me indicó tal cosa, lo tengo que hacer y lo hago, y voy, y no soy menos por ir a un médico, pero lo tenemos incorporado. Ahora, el varón en una sociedad machista como la que vivimos, y machismo y patriarcado no son malas palabras, es la sociedad, el modelo en el que vivimos. Al varón le cuesta muchísimo más, porque está esa concepción de que ir al médico es ser jodido, cuanto más te asemejas a todo lo simbólico que asemeja a la mujer, sos como menos varón, menos macho. Entonces, cuando van al médico no hay solución prácticamente, entonces mueren más rápido, mueren a menos edades, ¿y quiénes sobrevivimos más? Las mujeres. Hay una pirámide poblacional, y del lado de los varones están todos, pues faltan los ladrillitos, como digo yo, y en las mujeres vas hasta arriba, entonces vivimos más, pero ¿en qué condiciones? Ahí está la gran pregunta. 

9. ¿Es una utopía cambiar esta realidad? 

– No diría utopía, diría que hay que enfocar y pensar como sociedad, tomar mucha conciencia de las políticas públicas hacia dónde tendrían que apuntar. Como técnica puedo decir que hay un montón de políticas públicas a las que hay que reflotar, hay que darles recursos, que es lo que no hay, para que esto pueda tener un cambio.

10. Por último, han pasado gobiernos y usted sigue aquí, ¿hay una política de Estado con respecto a la mujer? 

– Hay una política de Estado, es clara, hay administraciones que le dan más relevancia, otros menos relevancia, pero te puedo decir que primero que nada, sigo porque yo entré por concurso, o sea, nadie me puso. Entonces, esto me ha permitido percibir la relevancia que le dan uno al tema. Acá lo que falta y la experiencia me lo dice todos los días, son recursos económicos y humanos, porque faltarían más equipos técnicos que trabajen diversidad de temáticas que tendrían que abordar lo que viven las personas, aquellas personas que son vulneradas o están en estado de vulnerabilidad. En este caso las mujeres que tienen menos recursos, que en nuestras sociedades generalmente son las que tienen los hijos, se necesita trabajar de forma más coordinada, de forma interinstitucional, con protocolos claros y que cada uno los cumpla, y recursos. Entonces, no digo que esto sea la panacea, que vamos a cambiar de un día para el otro, es más, estoy convencida que no lo voy a ver al cambio, pero sí tengo la esperanza que comencemos a cambiar.

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