“Todo santo tiene un pasado y todo pecador tiene un futuro”
¿Hay personalidades en la Historia a las que desde niños nos han enseñado a idolatrar y que después, cuando se empieza a estudiar más, se comprueba que no era de tal magnitud su grandeza? Sí, pienso que sí.

¿Hay hechos históricos cuyas causas, consecuencias y demás pormenores alguna vez nos enseñaron que fueron de tal manera y después hemos sabido que las cosas no eran tan así? Sí, pienso que también pasa eso.
Pero es natural que suceda, porque los conocimientos de la Historia, como los de toda disciplina, se supone deben avanzar. Y en ese avance surgirán nuevos elementos de estudio, de análisis, y por ende nuevas visiones. Lo malo sería que el conocimiento, en la ciencia o disciplina que fuese, quedara estancado. Eso significaría que a nadie le importa seguir estudiando, que nadie se preocupa y ocupa por aumentar el conocimiento propio, personal, y de una sociedad toda.
Sin embargo, no debe confundirse el revisionismo histórico, algo que como ya dejamos explicado en las líneas anteriores nos parece muy bien, con la tergiversación de hechos con intención de volcar la simpatía de la gente hacia un lado u otro del sistema político actual (o partidos políticos, para decirlo más directamente).
También tengo claro que no es un problema solo de hoy, aunque después hablaré del hoy. Tengo claro, por supuesto, que muchas de las cosas que alguna vez nos enseñaron “torcidas”, no era solo por desconocimiento histórico sino con otros fines. Tengo claro, por dar un ejemplo, que en la época de la última dictadura militar se indicaba a los niños y jóvenes estudiar en unos libros de Historia (recuerdo la tapa de color azul) en la que la presencia de militares en el poder siempre se pretendía justificar. Como tengo claro asimismo, que durante gobiernos frenteamplistas se intentó imponer (en los propios manuales de estudio) una visión de la historia reciente (así como de otros temas, por ejemplo referidos a la sexualidad) que, al menos a mí, me deja serias dudas que sea la correcta. ¿Se entiende?
Pero yendo a lo medular de lo que queremos exponer hoy, o sea viniendo al presente, debo decir que veo con asombro y preocupación que todos los años, cuando llega abril, y cada vez con mayor énfasis, se pretenda “usar” la famosa matanza de Salsipuedes para hacer política. Sí, para hacer política en el aquí-ahora, como gustan decir algunos.
Revisionismo histórico sí, pero deformación del pasado con fines políticos y hasta electoralistas no. Porque revisar la historia está bien, pero juzgarla con la mentalidad del año 2024, no parece en absoluto acertado. Los hechos y por lo tanto sus protagonistas, deben ser juzgados en su contexto, no en el de hoy. Y no solo porque hayan cambiado completamente cuestiones más objetivas (por llamarles de alguna forma) como pueden ser las leyes de una nación, que quedaron escritas y hasta hoy se las puede consultar; también porque ha cambiado la educación, las costumbres sociales, la comunicación, y un montón de valores que hasta describir y aún más explicar sería muy difícil (por no decir imposible) hoy en día.
El caso de Salsipuedes se utiliza cada vez con más frecuencia “para tirar tierra” al Partido Colorado y especialmente de Fructuoso Rivera. Grueso error. Porque quienes lo hacen, desconocen (así lo demuestran al menos) todo un contexto social. No dicen, por ejemplo, que el pueblo clamaba para que el gobierno hiciera algo para defenderlo de un grupo de indígenas que asolaban: robaban, incendiaban casas, violaban mujeres y niñas, mataban…¿Por qué se intenta presentar a esos pocos indígenas como santos inocentes y no se dice la verdad completa? No estoy justificando una matanza, claro que no; pero tampoco caigo en un razonamiento tan facilista como decir que Rivera fue un asesino y los charrúas unos santos. Tampoco era un santo Rivera, por supuesto. De hecho, prefiero nunca hablar de santos ni pecadores, porque como alguna vez ya fue dicho: todo santo tiene un pasado y todo pecador tiene un futuro, y en ambos casos, muchas veces a uno y al otro los desconocemos. Para pensarlo, ¿no?
Pero quienes tratan de “hundir” a Rivera por la matanza de los pocos charrúas que quedaban, ¿no leen por ejemplo a historiadores como Maiztegui Casas? Por nombrar solo uno que, incluso, siempre estuvo explícitamente identificado con colores políticos que no son precisamente los del Partido Colorado.
En fin, ahora sí voy a entrar en el Partido de Rivera…Días pasado leí un artículo publicado en un medio de prensa colorado (Correo de los Viernes), un artículo sin firma, pero que obviamente por estar en el medio citado, tiene una postura política clara que no pretende ocultarse. Entonces, se puede coincidir o no con él. En mi caso, por todo lo expuesto anteriormente, comparto casi en su totalidad lo expresado, pero queda a criterio de ustedes, estimados lectores de EL PUEBLO, tomar una posición, o ninguna. Si lo que sigue sirve al menos como ejercicio de razonamiento, ya nos damos por satisfechos:
“Como es costumbre, la izquierda, esta vez la sindical, ha vuelto a invocar el «charruismo» en una clara maniobra de revisionismo histórico que busca tergiversar el pasado para servir a intereses contemporáneos. Bajo ese disfraz de justicia social y resarcimiento histórico, se esconde una estrategia bien orquestada que busca desprestigiar a figuras clave de nuestra historia, en especial al General Fructuoso Rivera.
El jueves de la semana pasada, el PIT-CNT llevó a cabo la presentación del «área indígena» de su secretaría de derechos humanos, utilizando como pretexto el invento frentista del «Día de la Nación Charrúa y la Identidad Indígena». A través del mismo, la Central aseguró que pretende «recordar y reflexionar sobre un momento triste en la historia de nuestro país».
«La Masacre de Salsipuedes, ocurrida en 1831, fue un episodio trágico en el cual un grupo de soldados liderados por el entonces presidente Fructuoso Rivera atacó a la Nación Charrúa, resultando en la muerte de un número significativo de sus integrantes. Este suceso marcó un punto de inflexión en la relación entre los pueblos originarios y la sociedad uruguaya, y sigue siendo recordado como un acto de violencia injustificada», reseña la convocatoria.
Finalmente, aclara el PIT-CNT que «la conmemoración de hoy busca honrar la memoria de las víctimas de la Masacre de Salsipuedes y reafirmar el compromiso con la construcción de una sociedad más justa e inclusiva, donde se reconozca y respete la identidad indígena».
Esta estrategia no solo es deshonesta sino también peligrosa. Al promover una versión distorsionada de la historia, se fomenta la división y se deshonra la memoria de aquellos que, como Don Frutos, jugaron un papel fundamental en nuestra independencia y en la formación de la nación. Cuestionar su legado sobre la base de criterios ideológicos contemporáneos, sin un análisis riguroso y equilibrado de los hechos, es un acto de ingratitud e irresponsabilidad.
Las figuras históricas deben ser evaluadas en el contexto de su tiempo, no con las lentes del presente. La izquierda radical, en su intento constante por reescribir la historia, parece ignorar que eventos como Salsipuedes no pueden ser juzgados aisladamente sino entendidos dentro del complejo proceso de formación del Estado-nación.
Además, la adopción de un indigenismo político basado en una idealización romántica del pasado no contribuye al verdadero reconocimiento de las culturas originarias. Más bien, perpetúa un ciclo de victimización y resentimiento que no ayuda a construir un futuro inclusivo y justo.
Como ha afirmado el Dr. Sanguinetti en estas páginas, quienes honramos la figura del General Rivera miramos con respeto al pueblo charrúa, pero no nos apegamos a ese trasnochado nacionalismo romántico que ubica al país en la mirada más primitiva de su pasado, atándolo a la violencia y al rencor por la sangre que derraman las civilizaciones en su proceso fundacional y no a los magníficos esfuerzos de tantos patriotas para consolidar la paz y abrir las rutas del progreso”.