El 7 de setiembre de 1822, a orillas del Ipiranga, Pedro I proclamó la independencia y Brasil abrió su camino como imperio. A diferencia de otros procesos del continente, la ruptura con Portugal combinó gestos simbólicos con una consolidación política y militar que se completó en los años siguientes.
Esa escena también atraviesa nuestra memoria regional. En aquel tiempo, la Banda Oriental era la Provincia Cisplatina, incorporada primero por Portugal y, tras 1822, heredada por el recién creado Imperio del Brasil. Es decir, cuando Brasil celebró su independencia, nuestro territorio formaba parte de su estructura estatal.
La historia siguió su curso: en 1825 los orientales proclamamos la ruptura con Brasil y comenzó la guerra cisplatina. El desenlace, con mediación británica, llegó en 1828, cuando se ratificó un tratado que dio origen a la República Oriental del Uruguay como país independiente, pensado también como franja de equilibrio entre potencias vecinas.
Saludar hoy al Brasil en su fecha patria es reconocer esa trama compartida de emancipaciones, tensiones y acuerdos que moldeó el Cono Sur. Es afirmar, sin nostalgias ni rencores, que de aquel pasado surgieron dos naciones con proyectos propios y una vecindad que vale cuidar.
Al pueblo brasileño, feliz 7 de setiembre. Que la memoria de su independencia siga inspirando convivencia democrática, cultura viva y cooperación con quienes compartimos frontera, río y futuro.