CINE. Este fin de semana volví al cine con mi hijo, después de bastante tiempo. Pasa que la cartelera que había para esta semana convocaba a algo más que al combo del pop caramelado y una gaseosa, compañía ideal mientras se saborea también una buena película.
Más allá de gustos, si “Oppenheimer” o “Barbie”, que son los dos colosos cinematográficos que vienen arrasando en la taquilla internacional, se pudo apreciar a personas que iban con su pareja, o varias parejas juntas en un mismo plan de fin de semana, o en familia. Es que luego de varios años de ir al cine, hacía tiempo que no se veían largas colas para comprar la entrada, largas colas para comprar el pop y luego largas colas para ingresar a las únicas dos salas que tiene este cine, que ha tenido que resistir largas temporadas de escasa compañía.
No tengo claro si coincidía con las vacaciones o por la calidad de las películas que han tenido una muy buena campaña publicitaria en todo el planeta, o ambas causas, lo que estaba haciendo ir a mucha gente nuevamente a los cines, y en esta oportunidad, ni siquiera para ver una película de superhéroes, que la verdad, se viene notando debido a tremendos fracasos que esa idea ya está resultando algo agotada.
Se nota claramente en el mundo, y en particular en Salto, que la gente estaba (estábamos) esperando otra propuesta en el séptimo arte, repito, más allá de gustos. Para dejar claro desde ya, pienso ver Barbie en algún momento para observar de qué se trata esa enorme maquinaria que renació comercialmente a raíz del merchandising de la película, porque en definitiva se trata de un fenómeno comercial similar a otras marcas, como las de Disney, por ejemplo, y que ya tienen muchísimos años de vigencia. Algo digno de ser estudiado por sociólogos y antropólogos.
De todas maneras, como decía, este viernes fui con mi hijo a ver la última película de Nolan, que no deja de sorprender, porque tras la exitosa trilogía de Batman recuperando un personaje de historieta caído en desgracia, luego cometió algunos yerros que hicieron especular seriamente sobre la genialidad detrás de este director, sobre si era algo real o solo un espejismo. Fracasos como ocurrió con las incomprendidas “Interestelar” (2014) o “Tenet” (2020), apenas salvando con un “puede rendir más” en “Dunkerque” (2017).
En este caso, con “Oppenheimer”, vuelve a demostrar el fino artesano que es dirigiendo historias y a actores, donde saca lo mejor de ellos, logrando un elenco magistral y conocido que no desentona, contando una historia conocida en parte y que revela aspectos que se sabían poco de la historia del padre de la bomba atómica y los entretelones palaciegos de la política norteamericana de aquellos años de guerra y posguerra.
Lo cierto es que la gente tenía varias opciones de ver algo distinto, y la gente respondió agradecida a la convocatoria de la gran pantalla para retornar al cine. Ojalá esto continué ocurriendo, particularmente en Salto, porque no existe nada más lindo que poder ver una buena película en el cine, solo o bien acompañado.
Como dicen, cine lleno, corazón contento, de todos, espectadores y trabajadores de una empresa sacrificada como es el cine (en todo el mundo, no solo en Salto), que también ha tenido largos tiempos de sequía, tanto antes como después de los efectos generados por la pandemia.
Hasta la semana que viene…