Hoy se cumplen 40 años del retorno formal a la democracia en Uruguay. El 25 de noviembre de 1984, luego de un largo proceso de negociación que incluyó el Plebiscito de 1980, elecciones internas en 1982, y el Pacto del Club Naval, el país dejó atrás 11 años de dictadura cívico-militar, lo que marcó el inicio de una nueva etapa política. Esta jornada, histórica para la democracia, tuvo como protagonistas a Julio María Sanguinetti y Enrique Tarigo, quienes, como Presidente y Vicepresidente respectivamente, lideraron el proceso conocido como el Cambio en Paz.
En una entrevista con el Dr. Sanguinetti, se destaca que la prioridad del gobierno, desde su primer discurso en el Parlamento el 1° de marzo de 1985, fue la defensa de la Constitución y la democracia. Según Sanguinetti, el gobierno se inauguraba con el lema de «Cambio en Paz» tras más de una década de dictadura, buscando superar una serie de factores que amenazaban la estabilidad del país.
Superación de obstáculos económicos y sociales
Uno de los principales desafíos fue la deuda externa, que en ese momento demandaba el 90% de las exportaciones del país para atender sus intereses. A lo largo de su mandato, se logró refinanciar la deuda y estabilizar la economía, que venía de una caída del 14% en los años previos debido a la crisis de la «tablita» de 1982. Durante el quinquenio 1985-1989, Uruguay logró una reactivación económica, alcanzando un crecimiento del 15% en la producción, y un aumento del 66% en las exportaciones, que pasaron de 925 a 1.984 millones de dólares.
Este crecimiento permitió una mejoría histórica del salario real del 30%, un incremento de la masa salarial del 40% y una significativa reducción de la desocupación, que pasó del 15% en 1984 a solo el 8% en 1989. Además, se distribuyeron 35.000 viviendas y se logró reducir la mortalidad infantil del 30 por mil en 1984 al 19 por mil en 1989, a través de un sistema de atención primaria basado en médicos de familia.
Una transición pacífica y generosa
El gobierno del Dr. Sanguinetti priorizó una transición pacífica y generosa, lo que incluyó una amnistía generalizada para los guerrilleros y presos políticos, la repatriación de emigrados y la recomposición de carreras administrativas para aquellos que habían sido destituidos, especialmente en la educación. La Ley de Caducidad fue un tema polémico, pero se ratificó en un plebiscito en abril de 1989, cerrando el proceso sin revanchismos ni rebrotes autoritarios.
En lo internacional, el gobierno de Sanguinetti destacó por reanudar relaciones con China y Cuba, y por albergar la conferencia del GATT en Punta del Este en 1986, un evento significativo que marcó el inicio de la Ronda Uruguay de negociaciones comerciales, poniendo al país en el centro de la atención mundial.
Innovación y modernización
En términos productivos, se crearon organismos como el INAVI (para la reconversión de la industria vitivinícola) y el INIA (para las investigaciones agrícolas), además de programas como el de forestación que modificaron la estructura productiva del país. También se implementaron reformas clave como la nueva Ley de Zonas Francas y se agilizó la justicia civil con un nuevo Código de Procedimientos.
El gobierno también promovió la modernización de los servicios públicos, especialmente en UTE y ANTEL, donde se dio un salto importante en la digitalización de la telefonía, que creció un 54% en su tráfico.
Reflexión final
Sanguinetti cierra su relato con una reflexión sobre el valor de la democracia y la importancia de proteger sus esencias para garantizar su continuidad. A lo largo de estos 40 años, el país ha transitado un camino de estabilidad política, tolerancia, Estado de Derecho, libertad de expresión y alternancia en el poder, que constituyen los pilares de la República y son admirados en todo el mundo.
El retorno a la democracia y el proceso de «Cambio en Paz» no solo permitió a Uruguay superar los desafíos inmediatos, sino que sentó las bases para un país más fuerte y democrático, que sigue consolidándose como un ejemplo de convivencia pacífica y desarrollo.
