El 3 de febrero se conmemora la festividad de San Blas, considerado patrón de las enfermedades de la garganta y de los otorrinolaringólogos. San Blas, cuyo nombre es Blas de Sebaste, era médico, obispo de Sebaste (Armenia) y conocido por su don de curación milagrosa.
Su atribución como patrono de los otorrinolaringólogos viene porque, según la tradición, en una ocasión salvó la vida a un niño que estuvo a punto de ahogarse porque se le clavó una espina de pescado en la garganta. Es por este motivo que es costumbre en este día bendecir las gargantas. Las madres de la época solían aclamar a San Blas con “San Blas bendito, que se ahoga el angelito” cuando sus hijos se enfermaban. Otros dichos del refranero popular son “San Blas bendito, cúrame la garganta y el apetito” o “San Blas, San Blas, que se ahoga el animal”.
En España, diversas localidades y pueblos sobre todo en zonas rurales, celebran esta festividad en la que en muchos sitios son los niños los protagonistas. En otros casos, se entra a la Iglesia para bendecir la garganta con un candelabro de dos velas cruzadas y en otros se elaboran panes y rosquillas, que son bendecidos por el santo para proteger y tratar las patologías de la garganta. También es costumbre en algunos lugares hacer hogueras la noche anterior para dar vueltas a su alrededor y poderse proteger de estas enfermedades.
Fue decapitado en el año 316 d.C después de ser torturado. Le detuvieron en el trascurso de la persecución cristiana llevada a cabo por el gobernador de Cappadocia. Le detuvieron cuando estaba orando en su cueva, en cuya entrada estaban esperando muchos animales para ser salvados.