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El legado de ASTORI y lo que queda por hacer

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Aún sabiendo el delicado estado de salud de Danilo, la noticia de su desaparición física fue un duro golpe para los frenteamplistas. Es que partía uno de los referentes más influyentes de la izquierda uruguaya, y un actor funda-mental en la vida del país, en los últimos 30 años.


Danilo estaba dotado de una capacidad intelectual y una inteligencia destacada. Habiendo ingresado con solo 16 años a la Universidad, terminó siendo en 1972 el Decano más jo-ven de la historia de la Facultad de Economía. Fue un académico extraordinario. Fue un protagonista privilegia-do en los primeros estudios que Uruguay hacía en materia de desarrollo agropecuario, junto con Enrique Iglesias y conducidos por Wilson Ferreira, en el programa de CIDE en 1964.
Desde la Universidad, enfrentó la intervención por la Dictadura, que lo llevó a la destitución, prisión y proscripción. En momentos de la recuperación democrática, ejerció una inolvidable prédica radial, sobre economía y sociedad, transformándose en un referente del progresismo. Fue un influyente militante en la generación del 83, que recuperó la democracia y la autonomía universitaria. Participó activamente en las convocatorias al acto del obelisco y a la Semana del Estudiante en la prima-vera de 1983. Desde de la liberación del Gral. Seregni en marzo de 1984, se convirtió en uno de sus colaboradores más cercanos. Al dejar en Decanato de Economía y para las elecciones de 1989, acompaño a Seregni en la fórmula del Frente, y desde esa

elección hasta la última, fue electo Senador. Tuvo una destacada participación en el Parlamento, reflejada por la seriedad de sus planteos y la solvencia de sus fundamentos. Fue un legislador muy respetado, por el prestigio de su accionar y el res-peto a las opiniones de sus colegas.
En la crisis de 2002, fue un prudente componedor, ante la inminencia de des-bordes políticos y socia-les. Cuando resultó inevitable que la izquierda llegara al gobierno, Danilo, se constituyó en la garantía de la estabilidad y en el cambio responsable. Fue el primer Ministro de Economía de izquierda en Uruguay, y se constituyó en la extraña excepción, en que un académico de prestigio aplica con éxito sus ideas en el campo de la política y el Estado. En el primer gobierno de Tabaré, impulsó una serie de cambios revolucionarios, que marcaron definitiva-mente la senda de crecimiento y estabilidad, que permitieron el desarrollo económico con justicia social.
A pesar de los agoreros pronósticos de algunos, Danilo condujo la economía con 16 años de crecimiento ininterrumpido. El mayor ciclo de crecimiento de la historia. Todo ello acompañado de la justicia tributaria, de normas referentes al desarrollo con inversión, el control y penalización de la usura, la reorganización empresarial en la quiebra, las relaciones de consumo, la defensa de la competencia, la distribución territorial de los recursos, el manejo soberano e independiente de la deuda pública – en lugar del condicionado y limitadorla aplicación de una política cambiaria acorde a las necesidades productivas, la modernización y con-trol del sistema financie-ro y la inclusión a los me

dios de pagos digitales a toda la población. Todo ello por nombrar lo más relevante. Toda esa tarea, llevada adelante con una notable profesionalidad. Convocando a las mujeres y hombres más capa-ces, siendo un hábil con-formador de equipos de trabajo, con juventud y dinamismo. Un extraordinario líder y conductor. Entre sus colaboradores se encuentra la renovación de la izquierda.
Ese desempeño en la gestión, siempre fue orienta-do con la potencia de sus convicciones. Y eso siempre fue un factor caracterizante de Danilo. Sus de-cisiones se sustentaban en la seguridad de sus ideas. Las decisiones no estaban orientadas por las conveniencias electorales o los éxitos individuales. Y eso resulta muy relevante en un político. Jugarse por lo que piensa, aún no siendo la postura más cómoda o conveniente en términos partidarios.
Otra seña de identidad en su accionar: su profundo frenteamplismo. Siempre estuvo donde el Frente lo requirió. Ahí tampoco midió sus conveniencias personales o políticas. Se guio por su compromiso frenteamplista, estando siempre a la altura de los acontecimientos.
Además de todo: cultivó de forma extraordinaria los valores de la política. La coherencia, la lealtad y la honestidad. Todos recordamos en Salto, cuan-do fustigó a algunos mercaderes de la política, que habiendo firmado un acuerdo con él, lo abandonaron por otras opciones con mejores ofertas. Danilo tuvo una trayectoria intachable. No concedió treguas ante los desvíos entre compañeros, por ínfimo que fuera. Pero además, sus posturas no eran alentadas por los efectos inmediatos de la

complacencia electoral. No actuaba al influjo de la hinchada. Sus posiciones eran motiva-das por los superiores valores de la necesidad colectiva, aún en los casos que no le redituara en lo inmediato beneficios electorales. Porque nos enseñó que la izquierda no gobierna para conseguir más votos, sino para procurar más desarrollo.
Escuchando las re-flexiones de Mario Bergara ante lamentable pérdida, nos viene a la mente, todo lo que resta por hacer. Para eso debemos necesariamente fortalecer el espacio seregnista.
Danilo pudo instaurar sus ideas, en base a un gran respaldo político. No es posible incidir, si detrás no existe una organización con apoyo electoral. Por ello el fortalecimiento del seregnismo se impone como necesidad.
Danilo no nos perdonaría desde su exigente visión de la política que no fuéramos capa-ces de, una vez recuperado el gobierno, poder concluir la rica obra que él comenzó. Y debemos, con el objetivo de tributar un merecido home-naje a su trayectoria, hacer todos los esfuerzos, por retomar la senda de cambios, crecimiento y equidad. Hacerlo desde la perspectiva de una izquierda moderna y democrática. Que tenga un rumbo marcado por nuestras necesidades estratégicas. Que sea eficiente y renovadora en el des-empeño de las responsabilidades de gobierno. Que sea garantía de confianza, y sobre todo de actuar HONESTO.
Gracias Danilo; y hasta la victoria, SIEMPRE.
Dr. Gabriel Duarte

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