Del libro AZUCENAS
Conocíamos su nombre por haberlo escuchado alguna vez, pero desconocíamos su obra. Este salteño llamado Juvenal Torres vive en Mercedes y ha publicado nueve libros de poemas (entre los años 2009 y 2019). Este año reunió buena parte de esa producción en un solo volumen titulado “AZUCENAS”.

Hoy compartimos con los lectores de EL PUEBLO apenas una brevísima muestra de la obra de este coterráneo, de quien se lee en su última publicación:
“Juvenal Torres nació en Salto en 1938. Desde niño, al tiempo que hacía escuela y liceo, aprendió y practicó como jardinero, ejerciendo este oficio en el vivero de producción y venta de flores, plantas de jardín y forestales de su padre, pegado a la casa familiar, sito en el extremo este de su ciudad natal. En 1958 se fue a trabajar y estudiar en Montevideo y, a mediados de 1968, se recibió con el título de Contador Público, en Udelar. A fines de 1968 se trasladó a Mercedes, trabajó como profesional, se casó, nació una hija, y desde entonces reside allí. Actividad literaria: ingresó, en 2005, al Taller literario Obrabierta, que coordina el profesor Daniel Quijano y continúa en él, sin interrupciones, desde entonces”.

ALAMEDA
Es tarde de alameda,
un viento pequeñito
a sus hojas de plata
y esmeralda menea,
y ellas se ríen
y sus manitas blandas
con júbilo golpean
y es un rumor de arroyo
que se extiende,
que sobrevuela
los anchos verdes,
y llega
a mis turbadas ansias
con su tonada limpia
de campo y alameda.
CALLADA NOCHE
Fría y callada
mi noche solitaria
sólo pasa.
No se prende la luna
ni se marchan
las sombras que se ciernen
sobre la casa.
Las horas se adormecen,
es largo mi silencio
y no amanece.
ESAS MEMORIAS
No quiero recordar
los antiguos desgarros
las heridas
que dejaron las cosas que pasaron
y que no quieren irse todavía.
Memorias de un abismo
de historias doloridas,
murciélagos infames
de negros escondrijos
que en noches desoladas
me vienen a morder
las mismas llagas
con los mismos colmillos.
Así una vez
y otra
y siempre el mismo rito.
Parece que no saben
no pueden
no quieren aprender
el arte inteligente
del olvido.
OTRA SELVA
Se va la luz se ha ido.
Quedan unos silencios
que a ratos quiebran
lejanos gritos
que vienen de la selva
donde viven
las cosas que se fueron
y aún resisten
la labor del olvido.
FINAL
En esas horas
de cânticos distantes
en un oscuro bosque
de espesas ramas
triste y muriente
un pájaro
ha hundido su cabeza
diminuta
entre sus plumas pardas
para sentir el último
calor del cuerpo suyo
que late
y lo acompaña
tal vez hasta mañana.
BARCA
Un negro atardecer
la barca me esperaba
en la laguna.
Subí
partí en silencio
sin testigos ni luna
y sin barquero.