Que el ser humano es difícil no es ninguna novedad. La miseria humana manifestada no sólo en la ambición que se revela en su total crudeza sino los placeres de la carne y de otras ambiciones le hacen olvidar toda la grandeza con que fue creado.
Esto explica algunas de las conductas humanas que no solo olvida a sus hermanos, motivo y razón de ser con que fue creado, sino que la satisfacción de sus propias ambiciones lo lleva a terminar y eliminar todo lo que Dios o la naturaleza le ha dado a los hombres para su felicidad.
Concretamente nos habremos de referir nuevamente hoy a la desidia, el descuido y el desorden que ponen de manifiesto algunas personas con respecto al ambiente.
Es como si no se entendiera que somos parte de la naturaleza y tarde o temprano la forma en que nos manifestemos con ella nos pedirá cuentas y se volverá contra nosotros.
Es un tema reiterado, pero sin lugar a dudas muy vigente. Basta con que los salteños visiten lugares un poco ocultos de la vista de la población en general para que entiendan de que hablamos.
Las bolsas de nylon, las botellas de plástico y otras inmundicias abundan en estos lugares, verdaderos basureros, por llamarlos en forma benévola, que revelan el concepto que tiene la población o la mayoría de ella al menos sobre la naturaleza.
Ni que hablar de los cursos de agua y del aire mismo, que hoy aparecen totalmente viciados y contaminados, al punto que nadie se anima a asegurar hasta cuándo será posible revertir la contaminación.
Hoy vemos decepcionados como las medidas que deberían adoptarse para revertir la destrucción del ambiente que estamos haciendo, o para disminuirla al menos, demora y halla más oposición de lo que era de esperar. Es que la ambición humana no tiene límites y mientras esta destrucción permita obtener de ella (con el corte de árboles o la destrucción de la selva amazónica, para convertirla en tierra fértil, por ejemplo), difícilmente se adopten las medidas correspondientes para detener este deterioro.
Pero que quede claro. Las medidas no se adoptan ni se adoptarán mientras los políticos sean solventados en sus planes o sus ambiciones de poder por estos mismos señores que no vacilan en destruir la naturaleza con tal de satisfacer sus ambiciones económicas.
A.R.D
Volvemos sobre el tema
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