Siempre se ha dicho que el valor de algo, ya sea un órgano del cuerpo humano o cualquier otro elemento sólo se valora en toda su importancia cuando nos falta o lo perdemos por cualquier causa. No quiere decir que siempre sea así o que de tanto repetirlo se ha vuelto verdad, pero debemos reconocer que en la mayoría de los casos le asiste la razón, como en el caso que nos ocupa.
Nos referimos al sistema democrático en el que vivimos. El acompañamiento del extinto presidente de la república Dr. Tabaré Vázquez al actual presidente, Dr. Luis Lacalle Pou en su primera visita a la Argentina como presidente electo, el abrazo de los ex presidentes, Dr. Julio María Sanguinetti y José Mujica, más allá de las obvias diferencias ideológicas que han tenido durante toda su vida, son un verdadero emblema, un símbolo de la democracia que tenemos.
El sólo hecho de ser capaces de caminar juntos, dejando de lado sus diferencias por un momento y haciendo hincapié en el elemento que los reúne tiene un simbolismo enorme para las generaciones futuras. Y conste que nunca fuimos partidarios de sentimentalismos, y no nos dejamos confundir con estos gestos, que para nosotros no pasan de eso.
No creemos que por esto nadie vaya a dejar de lado sus ideas. Nadie se convence por estos sentimentalismos, pero son gestos que jamás debemos perder. La sinceridad del abrazo, del acercamiento, asi sea superficial, no debe confundirse, hace al fondo de la cuestión, de un sistema que demuestra que los hombres pueden ser rivales, contrincantes, competidores, pero jamás enemigos irreconciliables, porque eso no le hace bien a nadie y así lo demuestra la historia.
Siempre tendrá que haber lugar para el encuentro y en los momentos más difíciles, cuando ls decisiones que no compartimos parecen distanciarnos diametralmente, es cundo más tenemos que valorar estos gestos.
No creemos que Mujica ys sus ideas deje de ser Mujica para todos sus seguidores por este gesto, como tampoco creemos que el Dr. Sanguinetti deje nada en el camino por este abrazo con Mujica.
Ojo tampoco creemos que sólo en el Uruguay puedan darse estos gestos, pero deben seguir siendo típicos de nuestro sistema democrático, porque asumirlo es saber reconocer que más allá de nuestras diferencias, existen elementos para sentirnos bajo la misma bandera y llegado el momento bajo los mismos ideales, aunque los caminos por los cuales debe transtarse, según cada uno, sean diferentes.
A.R.D
