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Un terreno fértil para las mafias

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La soledad, los miedos y la inseguridad de tantas personas que se sienten abandonadas por el sistema, hacen que se vaya creando un terreno fértil para las mafias. Porque ellas se afirman presentándose como “protectoras” de los olvidados, muchas veces a través de diversas ayudas, mientras persiguen sus intereses criminales. Hay una pedagogía típicamente mafiosa que, con una falsa mística comunitaria, crea lazos de dependencia y de subordinación de los que es muy difícil liberarse.
Con el Gran Imán Hamad Al- Tayyeb no ignoramos los avances positivos que se dieron en la ciencia, la tecnología, la medicina, la industria y el bienestar, sobre todo en los países desarrollados. No obstante subrayamos que, junto a tales progresos históricos, grandes y valiosos, se constata un deterioro de la ética, que condiciona la acción internacional y un debilitamiento de los valores espirituales y del sentido de responsabilidad.
Todo eso contribuye a que se difunda una sensación general de frustración, de soledad y de desesperación (…). Nacen focos de tensión y se acumulan armas y municiones, en una situación mundial dominada por la incertidumbre, la desilusión y el miedo al futuro y controlada por intereses económicos “miopes”.
También señalamos “las fuertes crisis políticas, la injusticia, y la falta de una distribución equitativa de los recursos naturales (…). Con respecto las crisis que llevan a la muerte millones de niños, reducidos ya a esqueletos humanos – causa de la pobreza y del hambre- reina un silencio internacional inaceptable”. Ante este panorama, si bien nos cautivan muchos avances, no advertimos un rumbo realmente humano.
En el mundo actual los sentimientos de pertenencia a una misma humanidad se debilitan, y el sueño de construir juntos la justicia y la paz, parecen de otras épocas. Vemos como impera una indiferencia cómoda, fría y globalizada, hija de una profunda desilusión que se esconde detrás del engaño de una ilusión: creer que podemos ser todo poderosos y olvidar que estamos todos en la misma barca.
Este desengaño que deja atrás los grandes valores lleva “a una especie de cinismo. Esta es la tentación que nosotros tenemos delante, si vamos por este camino de la desilusión o la decepción, (…) El aislamiento y la cerrazón en uno mismo en los propios intereses jamás son el camino para devolver esperanza y obrar una renovación, sino que es la cercanía, la cultura del encuentro, el aislamiento NO, cercanía SI. Cultura del enfrentamiento NO: cultura del encuentro SI.
(Extraido de la carta Encíclica “Fratelli Tutti”, del Papa Francisco).
A.R.D.

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