En distintos lugares de la ciudad, hay espacios destinados exclusivamente al estacionamiento de vehículos que transportan a personas con alguna discapacidad. Esto ocurre tanto en algunas cuadras comunes, como en determinados estacionamientos de comercios, etc. El problema es que, en general, se están respetando poco, nos planteaba alguien ayer.
Y nos contaba que en la mañana del sábado, una persona con serias dificultades de desplazamiento debía llegar hasta el local del Centro Médico en la calle Artigas al 900. Llovía mucho, y el estacionamiento destinado a personas en estas condiciones (sobre la vereda de enfrente), que está pintado de celeste y con la imagen de la silla de rueda en blanco, estaba ocupado por dos o tres motos.
«Tuvimos que parar en calle Rincón y bajo lluvia llevar a esta persona más de media cuadra; la gente no se pone en el lugar del otro», nos decía. En fin, a veces falta la famosa empatía, de la que tanto se habla.
A propósito de empatía, cuántos comentarios y polémica viene despertando la presencia de venezolanos que llegaron a Salto y buscan un trabajo que les permita subsistir. Muchos reclaman «más empatía hacia ellos», en cambio otros se quejan de que «los extranjeros vienen a sacar el poco trabajo que hay acá». Sin dudas es un tema muy actual, pero a nivel mundial, y Salto no escapa a él. Como dijo alguien alguna vez, «el mundo es ancho y ajeno».
