Lo sucedido en el ex COM CAR (Complejo Carcelario) donde un recluso, padre de dos niños, estuvo al menos 40 días secuestrado, sufrió toda clase de torturas y vejámenes. No es propio del Uruguay, donde pese a la situación carcelaria, denunciada muchas veces, este tipo de cosas pensábamos que estaba desterrada.
Todos sabemos que existen los “códigos” carcelarios donde rigen leyes inhumanas y desde siempre las autoridades han preferido ignorarlas, mirar para otro lado y “dejarlas correr”. No podemos ignorar que el responsable de las condiciones de reclusión, de la privación de libertad, no de tormentos, es responsabilidad del Estado y éste podría ser inculpado si se probaran estos tormentos.
Cuando se informa de un secuestro que duró cuarenta días (algunos afirman que fueron 60), tenemos que pensar que durante este tiempo no hubo inspecciones o éstas deficientes y no detectaron nunca la falta de uno de los reclusos. Tenemos que pensar que estas inspecciones, de existir nunca se hicieron en tiempo y forma, porque si falta un privado de libertad y no se lo nota, es realmente de Ripley y no se nos ocurre más que haya sido deficiente.
La situación es muy llamativa. A nadie se le ocurre que es posible de no contarse con la complicidad o la indiferencia al menos. No es precisamente lo que sostiene el ministro y es de esperar que se investigue “hasta el tuétano”.
Es mucho lo que arriesga el Estado si es que hay una denuncia al respecto. Obviamente que lo que más importa es la salud y las condiciones físicas de quien se hallaba en reclusión.
Es por eso que entendemos que mientras nos manejemos enceguecidos por posiciones ideológicas, desconociendo o ignorando lo que indique la razón, no será posible ni siquiera mejorar, ni mucho menos salir de la situación que anotamos.
Entre las cosas que más nos preocupan es el hecho de que en principio todo indica que
la reacción de las autoridades han apuntado a tratar de saber quien tuvo la “osadía” de tomar las fotos que fueron exhibidas por el periodista Gabriel Pereyra y no como es de esperar que se apunte a determinar quién o quienes han estado directa o indirectamente involucrados en la situación.
En buen romance, otra vez se apunta contra el mensajero y no contra los culpables y esto también es derecho humano, porque no por estar pagando un delito contra la sociedad se deja de ser persona, y de tener derechos.
A.R.D.
El horror no es el mensaje
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