Ya lo dijo un célebre pensador, después de tomar sol en una playa a las dos de la tarde y quemarse hasta el apellido, por quedarse dormido, preso de un pensamiento:
“Las culpas de los males del mundo, de la sociedad, de la familia, del individuo, los tienen las buenas personas, esas que son correctas, que trabajan todos los días, que pagan todos los impuestos, que acatan las leyes, que viven en paz….”.

Como nadie lo contradijo, ni le ofreció protector de piel, ni crema, ni nada, agregó: “No hay cosa peor que una persona así, son las que dan malos ejemplos a una sociedad que se siente encorsetada por estas prácticas maliciosas y retrógradas, herencias de nuestros mayores, que pregonaban siempre el bien sin mirar a quien”.

Sostuvo que en un mundo donde los que se afanan por cumplir, los que le roban horas al descanso, y le birlan al taimado la posibilidad de hacerse con lo suyo, lo suyo del otro, claro no lo suyo, suyo, porque, no ha alcanzado esa meta de suyedad.
Nuestro pensador, apelando a la sensatez de los descuidados, como así también a la de los muy cuidados (por el Ministerio del Interior, si no me equivoco), pregunta: “Para qué le ponen rejas a las casas, para qué compran cosas que son tentadoras para robar, para qué salen a pasear, como toreando a esos chicos (y grandes) que no tienen mas remedios que entrar y sacar cosas de valor, por que están allí, porque son cosas del momentos, y al alcance de las manos. Y son parte del himno universal(del que la ocasiòn hace al ladrón).
Esa gente, no entiende, no entiende y no entiende”.
El hombre suelta más palabras, y acentúa el tono en lo que venía diciendo: “La llamada buena gente, no escucha los consejos de las autoridades que le dicen que “es un barrio bravo, lo mejor es mudarse”, “hay que poner rejas más gruesas”, “son menores, no saben lo que hacen, y roban, pero, no son malos”.
“Tampoco escucha a los doctores que te tiran las leyes de la infancia, ni a los jueces, ni a los psicólogos, ni asistentes sociales, ni a los políticos, todo el mundo le hace ver que el único culpable es él, por tener una casa, por tener algo para ser robado.
No se dan cuenta que no sólo son culpables, sino que son pasibles de atentar contra la sociedad toda si se ponen a reclamar, a pedir soluciones, a buscar un cambio. “El tema es más profundo”, “ hay que atacar las causas y no las consecuencias”, “solucionemos el tema económico y se soluciona todo”, “hay que dar más educación, más integración”. Hay que dejar mas ventanas abiertas y puertas sin llaves, autos y motos sin trabas…
Buen vecino, buena vecina, entienda!!!: usted es culpable, por pensar distinto mi amigo, usted quiere marginar, quiere separar, quiere dividir, el problema es más que una ecuación de segundo grado, es el cateto menor, de un gran triángulo social, usted precisa un examen…”, dijo en un rapto, al rato.
_ ¿de matemática?, no por favor, en el liceo los perdí todos.- Contesta un buen hombre, de esa buena gente que habla por si sola por su buen desempeño comunitario, y a la que con fastidio se dirigía, en un enfermo consejo.
El pensador lo mira con desdén y emerge con otros conceptos
de su propio cuño filosófico: “Pero las buenas personas crean otros problemas(asegura), porque se ponen a respetar las leyes de tránsito, ceden la derecha, acatan los semáforos, las calles preferenciales, usan cascos hasta en los barrios, entonces complican a los otros, a los que doblan como vienen, a los que pasan en rojo, a los que odian el casco, no se puede ser así, eso es una provocación, a los malos y nunca bien ponderados pensamientos.
Pero además estos irritantes personajes de la bondad y las buenas costumbres, se ponen a enseñar a sus hijos esos buenos modales, con los que crean monstruos de corduras y sensibilidad para el futuro. Y no conforme con ello, pagan sus cuentas a tiempo, pagan los impuestos, las facturas, viven de manera sencilla, ¿se dan cuenta?, de manera sencilla. Estos individuos son un problema, realmente un problema, y si me apuran, digo que son un grave problema que no tienen cabidas en el país de hoy”.
“Se tienen que unir los políticos de todos los partidos, todos los que no están de acuerdo con esas prácticas malsanas de la bondad y limitar, definitivamente a las buenas personas. Yo reflotaría aquella vieja idea de traer malas personas de todo el mundo radicarlas en nuestro país para que de una vez por todas prime el caos, si no, con tanta buena gente reclamando, amor y paz, orden y trabajo, no sé dónde vamos a ir a parar, ¡hagan algo!, para que todo siga como está, sin los buenos, claro…
No podemos vivir en un país, donde la inmensa mayoría da su amor al prójimo, si por lo menos le cobraran algo….
CAMACA