Sabemos que en muchos casos nuestra nota del día anterior levantó discrepancias y no fueron pocos los que se opusieron a ella.
En esto queremos ser muy claros. La honestidad debe regir para todos y no es cuestión de decirse honesto, sino de demostrarlo. Por aquello de que la señora del rey no sólo debe ser honesta, sino también parecerlo.
Hemos dicho y hoy lo reafirmamos, que la culpa no la tienen los políticos, no toda al menos, sino que la tiene el pueblo que los cobija o se deja engañar fácilmente, a veces a sabiendas de lo que hace.
Quizás se entienda ahora porque la educación es disputada como un gran botín en tiendas políticas. Es que un pueblo culto, educado y preparado, es más difícil de engatusar.
Hemos dicho que creemos en un pueblo que se eduque, que se forme y sea capaz de discutir con buenos argumentos la ideología que se le pone a disposición.
Nunca pudimos entender cómo y por qué, algunas personas terminan depositando su voto y su confianza con total ligereza. Cómo es posible que se dejen llevar fácilmente sin detenerse siquiera a analizar una temática.
Hemos escuchado reiteradamente de parte de algunos sectores que hay políticos que mienten descaradamente. Pero nos preguntamos no será mejor demostrar que una afirmación es falsa, que se está mintiendo, antes que sostener solamente que no dicen la verdad.
Se desconoce que hay “medias verdades”, vale decir que yo hago trascender y le doy vuelo ¿a la parte de la película que me beneficia? ¿No es obligación del periodismo y de los buenos políticos exponer un tema en todos sus aspectos, buenos y malos?
Perdón, pero no estamos diciendo que todos sean iguales y que por lo tanto todos debieran irse, porque jamás pensaremos así, pero si estoy pidiendo honestidad, transparencia y mayores valores a ciertos políticos, porque la cuestión es que no es el sistema, lo que falla, sino los hombres.
Días atrás afirmábamos que es necesario reformar y actualizar una “ley madre” de todas las leyes que tiene casi 200 años, que se hizo para otra realidad y que no es posible mantener sus valores en el mundo actual.
Es lo que seguimos pensando. Máxime cuando vemos que hombres que han traicionado las ideas de aquellos constituyentes, que han obrado diferente a los que han predicado, siguen afianzando su poder y su incidencia.
No podemos entender, ni lo haremos nunca, como gente que abandonó la escuela o los estudios y no llegó a nada, puede luego aspirar a ser político.
A.R.D.
