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lunes, marzo 3, 2025
Columnas De Opinión

APUNTES EN BORRADOR XIV

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CONTINUACIÓN… Llegamos al final de esta primera experiencia de escribir «ficción» desde estos primeros apuntes que no son más que un borrador de una historia que hemos venido escribiendo cada lunes desde esta columna.


TREINTA Y TRES. (Así terminábamos la otra semana).

  • ¿Así que la decisión está tomada, el diario no publicará la historia? ¿Los asesinos quedarán impunes y nuestra sociedad quedará sin saber la verdad de algo que ocurrió y que podría volver a ocurrir en cualquier momento?

Unos minutos en el futuro…

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Efectivamente, la decisión del diario estaba tomada. Había sopesado su responsabilidad como medio masivo de comunicación en la paz y en la credibilidad de las instituciones sanitarias que habían logrado mantener la unidad del país en los peores momentos de la pandemia. Integridad, empatía, responsabilidad y solidaridad fueron las cuatro patas sobre las que se había asentado el gobierno en esta crisis sanitaria y que había llevado a buen puerto lo que luego de tantos años comenzaba a llamarse endemia.

Lo ocurrido y que el periodista Jorge Báez estaba dispuesto a denunciar tras su investigación es que ese buen relacionamiento y entendimiento alcanzado entre las autoridades gubernamentales y su pueblo, tras largos años de desencuentro, había tenido una grieta. En la búsqueda de una vacuna que pusiera un final a la pandemia, se había escapado por error una cepa altamente mortal del coronavirus del Laboratorio de Virología de la ciudad y antes de expandirse el contagio, se había logrado contener, en silencio, en las sombras, pero que en ese proceso, no menos de veintisiete personas habían perdido la vida, lo que fue considerado por las autoridades como daño colateral.

La pregunta que retumbaba en la cabeza de Báez era si igualmente debía cumplir con su trabajo de periodista e informar a la población que, a raíz de la negligencia del sistema, se había puesto en riesgo la vida de todos, y que detrás de esa noticia había responsables que tenían que dar explicaciones de sus actos a la población.

Báez escribió entonces en su computadora con lujo de detalles toda la historia apuntando directamente a quienes intentaron tapar la noticia como forma de expiar sus propios pecados. Agregó datos irrefutables y documentación que le habían acercado.

Estaba todo en un archivo que adjuntó a su correo electrónico donde puso las direcciones de los principales medios de comunicación del país para que supieran lo que había pasado en un lejano Departamento del norte.

Se sirvió el último trago de la jornada de su grapa miel mientras miraba el botón de «enviar» de su correo y pensaba. «Quien olvida su historia está condenado a repetirla», «¿lo mismo puede ocurrir si ni siquiera la conoce?», se preguntó. «Ojos que no ven, corazón que no siente», le había respondido el director del diario.

Sopesaba las posibles consecuencias del acto que estaba a punto de cometer, mientras los segundos seguían corriendo esperando esa decisión final que aún no había tomado en este futuro imperfecto, como la vida misma…

(Final)

Por: Leonardo Silva

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