Estimados lectores. El sábado 1° de marzo, cuando fue investido como Presidente de la República, Yamandú Orsi realizó dos discursos, que ofrecieron los primeros pantallazos de cómo encarará su mandato que culminará el 1º de marzo de 2030.
Primero, ante la Asamblea General, leyó su alocución, que duró unos 23 minutos. El mensaje tuvo un tono conciliador: al conmemorar los 40 años del regreso a la Democracia, resaltó la “acumulación positiva” que ha experimentado Uruguay con los cuatro partidos políticos que se alternaron en el poder desde 1985, haciendo un reconocimiento a los Presidentes allí presentes: Sanguinetti, Mujica y Lacalle Herrera, recordando a Vázquez y Batlle, nombrando, también, a Lacalle Pou. Enumeró, a modo de ejemplo, a la UTEC, la estabilidad macroeconómica, y el reconocimiento internacional a nuestro país por su “vocación de paz”.
Más tarde, luego de la caravana que encabezó junto a Carolina Cosse hasta la Plaza Independencia y de haber recibido la banda presidencial del mandatario saliente, Luis Lacalle Pou, Orsi hizo un segundo discurso, improvisado y más breve que el anterior, dirigido a las delegaciones internacionales, los jerarcas del nuevo gobierno, otros invitados y, más lejos, la concentración de simpatizantes frenteamplistas que habían llegado al centro de la ciudad para celebrar el cambio de mando:
«Muy buenas tardes, pueblo uruguayo. Muy buenas tardes, visitantes extranjeros, Autoridades y delegaciones. Muy buenas tardes, parlamentarios de mi país. Presidentes de la República. Muy buenas tardes a mi familia.
Evidentemente, la naturaleza, el clima, tenía ganas de que la fiesta se realizara de esta manera. Es una sensación a veces contradictoria. Un país que necesita el agua, la lluvia, pedirle que por un rato nos deje celebrar estos 40 años de nuestra democracia es un placer.
Este país hoy celebra esos 40 años de democracia de manera ininterrumpida. Por lo tanto, el período más extenso y que nos hace estar orgullosos y alegres, felices de celebrarlo de esta manera. Pero también sepamos o recordemos que empezamos este año un proceso de celebración que va a durar unos cinco años, de celebración del nacimiento de nuestro país.
Para quienes nos visitan, más allá de que quizás ya lo sepan, el Uruguay fue fruto de enfrentamientos, negociaciones. Fuimos hijos también de las controversias regionales o los enfrentamientos regionales que hacía que este territorio fuera un lugar en permanente disputa.
Nuestros fundadores, los fundadores de nuestra nación, de nuestro Estado, de nuestro país, tuvieron que pasar por un proceso muy complejo de construcción de una identidad, de símbolos. De creación de un nuevo Estado en esta América del Sur, que hacía pocos años que estaba celebrando su independencia.
Los uruguayos nos merecemos, en todo este período de cinco años, que podamos celebrarnos como Estado y que podamos celebrar esa construcción lenta, dura, pesada, y por supuesto no ausente de conflictos y enfrentamientos, que generó y nos dio origen como país del que tanto orgullo tenemos.
Por lo tanto, empezamos un período no solo de gobierno nuevo, también de convocatoria de todos los actores de la política, la academia, del Uruguay, de poner en valor lo que ha sido ese proceso. Pero también de repensarnos en un mundo tan impredecible, en una región que nos precisa más allá de nuestras dimensiones y escalas.
En ese recordar, en ese proceso de cinco años, vamos a precisar mucha memoria. Ser capaces de agradecer y de poner, a quienes nos crearon, en el valor que corresponde. Porque no fue fácil.
Llego a esta instancia tan particular con una profunda gratitud. La gratitud es algo que nuestros mayores, nuestros padres, nuestra familia, nuestro entorno, nos forjó. Y, por lo tanto, tengo la necesidad permanente de agradecerle al pueblo uruguayo, que nos trajo a este lugar. De agradecerle a quienes me antecedieron en los gobiernos sucesivos, a los distintos presidentes que han pasado por este país. De agradecerle a los partidos políticos de Uruguay, que han sabido manejar, administrar las diferencias, los enfrentamientos, las discusiones, siempre cuidando ese frágil cristal que es nuestra democracia, nuestra república.
Como somos agradecidos y porque así nos formaron en nuestro barrio, en nuestra familia, por supuesto agradezco a mi esposa, a mis hijos, a mi hermana, por acompañarme en este proceso. Agradezco a quienes aceptaron la tarea de formar este gabinete, agradezco a mi partido político. Tenemos que ser nuevamente muy agradecidos de la vida democrática que seguimos transitando.
Además de agradecido, debo reconocer que me siento muy orgulloso de pertenecer a esta sociedad, de pertenecer a este país, de ser del interior, de mi Canelones, y vaya un saludo a todos los rincones del país, a ese interior profundo que, a veces, no parece que lo tengamos en cuenta. Tenemos que recorrer nuestra patria porque es maravillosa.
Y a todos los que están acá, que partieron del interior y están viviendo en Montevideo o los que hoy vinieron a celebrar los 40 años con nosotros. El país es uno solo, lo construimos entre todos y de manera equilibrada, generando que cada rincón se sienta protagonista del desarrollo. Eso nos hace sentir orgullosos, porque hay un sentimiento de pertenencia que se fortalece cada vez más a través de la cultura, la vida política, a través del conocimiento de lo que es nuestro país.
Hay mucho para hacer. Hay mucho trabajo, sin duda. Pero lo tenemos que hacer con la cabeza y el corazón siempre puesto en aquellos que más nos necesitan. Tenemos un pueblo que nos espera, que tiene muchas expectativas en cada cambio de gobierno. Y es lógico.
Tenemos un país que tiene distintas formas de pensar, de ver. La noche de la elección dije y lo repito ahora: no vamos a pensar todos iguales y sin dudas hay o varias partes de nuestro país que piensan de forma distinta; todos nosotros debemos ser capaces de festejarnos en este proceso. El país ha pasado por distintos partidos de gobierno pero siempre cuidando y respetando la identidad y las ideas de cada uno.
Nos espera un futuro con desafíos. Pero, sin dudas, si tenemos presente siempre esa sensibilidad que hay que tener para estar aquí, esa sensibilidad que ustedes, quienes nos antecedieron han puesto, razón y corazón a los destinos de nuestra patria, no tengan duda que el futuro será muy venturoso. Muchas gracias. A celebrar la democracia.»
Tanto el discurso otorgado en la sesión protocolar en el Palacio Legislativo, como éste segundo, demuestran la voluntad de un gobernante que aspira al entendimiento, con mano tendida, y que conoce la realidad en la que comenzó a transitar. El diálogo, la negociación, como la que destacó como herramienta en la construcción del país, serán, tendrán que ser, no hay otra chance, los mecanismos que, ojalá, nos permitan a todos, en sociedad, como colectivo de una Nación que cumple sus primeros 200 años, encontrar las coincidencias y proyectarnos al porvenir.
Los discursos del Presidente Orsi, fueron de unidad. De todos depende que se concreten en hechos. De todos depende que -sin que se pierdan los matices necesarios para el fortalecimiento de nuestro ser nacional-, logremos encontrar los puntos de coincidencia; eso, hablaría, una vez más, de esa grandeza tan destacada en estos 40 años de Democracia.