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martes, 3 de junio de 2025
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Al menos debemos darles el mismo trato

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Diario EL PUEBLO digital
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Sabemos que nuestra opinión en este tema tiene mucha resistencia y la respetamos, pero no significa que dejemos de dar nuestros argumentos.
Queremos muchos a los animales, en especial a los perros, mascotas y guardianes siempre alertas en cada hogar. Pero cuando la opción es entre una mascota, en especial un perro, y un niño, como en el caso de la Leishmaniasis, no tenemos ninguna duda, optamos por resguardar la vida del niño, por más duro que nos resulte. Esta opción se nos vuelve más clara y menos dolorosa cuando se trata de
perros feroces, a cuya cría siempre nos opusimos, debido a que más allá de sus condiciones como guardianes algunas veces desconocen a sus propios dueños y así han asesinado a niños, ancianos y hasta a criadores.
Siempre nos opusimos a la autorización de cría de estos canes, por la sencilla razón que no vemos que sean domesticados como los ejemplares de otras razas.
Dicen quienes son partidarios de criar estos animales, que todo radica en el sistema de cría de los mismos y que acostumbrados con niños se comportan como cualquier otra mascota, jugando y compartiendo con los pequeños.
No es lo que hemos visto en los casos mencionados. Es probable que se haya exagerado, pero para nosotros criar algunos de estos animales es como si se criara un felino u otro animal feroz, que no se sabe cuándo hará gala de su instinto y se volverá contra quienes les han criado u otra persona que circunstancialmente se le cruce en el camino. Si la justificación de su cría se busca por el lado de que se trata de mastines feroces y debido a ello mismo, se constituyen en acérrimos defensores del lugar donde viven, tenemos nuestras dudas que siga siendo así.
En más de una ocasión nos hemos enterado de robos y otras fechorías cometidas en casas que está celosamente custodiadas por estos animales. Es que hoy en día las formas de anular el ataque de estos animales están muy estudiadas, por quienes viven fuera de la ley y de allí que los mastines ya no representen para ellos, un impedimento para cumplir sus propósitos.
Más aún, cuando vemos en la calle a familias enteras y entre ellas a niños, buscando un mendrugo de pan para comer, se nos plantea la disyuntiva. Mientras hay personas y familias que cuidan mucho a sus animales, les dan protección y cuidados a veces exagerados, hay niños que pasan hambre.
Esta es la realidad y algunos de los argumentos que nos llevan a pensar como pensamos.
A.R.D

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