Es parte del cambio que innegablemente generan los tiempos que vivimos. Lo que antes era para toda la vida, lo que antes costaba tanto y requería sacrificios, hoy ha cambiado a tal punto que ya nada perdura tanto.
Si bien no se puede dudar que hay cuestiones que han cambiado para bien. Es indudable también que no todos los cambios han sido beneficiosos.
Antes cuando íbamos a la escuela o al liceo incluso, en la gran mayoría de los casos, el alumnado procedía de una familia integrada por sus padres y sus hermanos. Quien no tenía a su padre o a su madre con él, era señalado a punto tal que despertaba lástima en todos los padres de familia.
Hoy la realidad indica que la situación es precisamente la inversa. La enorme mayoría de los niños proceden de hogares cuyos padres se han separado y no siempre en buenas condiciones. Este es un aspecto más, porque los niños ya no parecen ser la prioridad.
Incluso hay parejas conformadas por individuos del mismo sexo y por lo tanto niños con dos madres o dos padres (varones). El matrimonio hace mucho tiempo que se ha convertido en un mero trámite. La unión matrimonial de los cristianos ante Dios, para los creyentes, es un bajísimo porcentaje.
La desintegración familiar tendrá un paso más ahora cuando en los hechos deje de ser avalado por el Poder Judicial y pase a ser ejecutado por las comunas o los municipios. Dentro de la lógica de la descentralización, se entiende perfectamente la decisión.
Para nosotros la cuestión no radica en esto. La cuestión está en la conformación de un matrimonio ante Dios y los hombres, porque se refiere al entendimiento, a la complementación y en definitiva al amor sobre todas las cosas.
Los hijos deben ser fruto de ese amor. Queridos, buscados y deseados y luego cobijados como un padre cobija a sus crías en la naturaleza.
Sabemos que vamos contra corriente en muchos casos, quizás en la mayoría de ellos, pero es lo que pensamos. Padre y madre biológicos es la forma de protección más firme y segura para un niño.
Pero en una sociedad que no valora mucho los valores auténticos, sino que se rige en la mayoría de los casos por el placer efímero, hedonista y egoísta, se puede entender perfectamente, que lo que era “para toda la vida” hoy es sólo “mientras dure…”.
Honestamente no estamos de acuerdo y mucho nos tememos que estemos aportando un formulismo legal más.
A.R.D
No estamos de acuerdo
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