El árbol no sólo sirve para darnos sombra, uno de los primeros servicios que le encontró el hombre, cuando descansó bajo él. Sin embargo este debe ser uno de los menores servicios que nos prestan estos vegetales.
Clave en la conversión de anhídrido carbónico en oxígeno es una pieza sustancial en el combate del “smog” y la contaminación ambiental que proliferan en las ciudades.
En nuestra ciudad hay dos monumentos emblemáticos del árbol que hoy queremos rescatar. El primero de ellos es el timbó u oreja de negro, del que existe una pintoresca leyenda y el cedro del que existe una placa de metal en la zona portuaria.
En el primero de los casos alguien con mucho acierto resolvió mantenerlo en el centro de la calle y rodearlo con una verja, los vecinos del lugar lo cuidan y protegen sabiendo que es algo que los identifica. Una referencia ineludible para ubicarse en el lugar.
El cedro, es el símbolo de El Líbano y fueron descendientes de esta nación que se encargaron de concretar el homenaje, instalando la placa con una imagen de éste árbol en la zona portuaria.
La sombra sigue siendo uno de los servicios que presta el árbol en forma gratuita, uno de los servicios más requeridos por el hombre, pero no con esto significa que sea el más importante, debido a que sin duda el aporte al medio ambiente resulta vital, pero será inútil si el hombre sigue destruyendo y envenenando el aíre que respiramos y a su vez eliminando árboles, porque llegará el día en que lo lamentará.
El árbol no sólo da cobijo, sino que sus beneficios van mucho más allá y de allí que entendamos que tiene más que sobrados méritos para que dispongamos un día para destacar sus beneficios. Eso sí nos gustaría que no coincidiera con nada que pudiera opacarlo.
Cuando años atrás tuvimos oportunidad de conocer las nacientes del río Uruguay, también nos encontramos allí con el verdadero Pino Brasil, una madera hoy declarada monumento nacional en Brasil, y similar al cedro africano, de color rojizo y de tanto valor en el mercado.
En su momento, señalaron algunos lugareños, esto originó la instalación de 60 aserraderos dedicados a talar estos árboles, convertirlos en tablones y enviarlos a Europa.
Hoy el Pino Brasil está protegido por ley, pero ni esto pareciera suficiente para salvarlo de la extinción, debido a que su reproducción en viveros ha sido imposible. En la naturaleza sólo es reproducido por la grulla azul al defecar la semilla presente en los “cocos” que come, en determinadas condiciones.
Esta ave está seriamente amenazada de extinción por el desmonte y el abuso de agroquímicos.
A.R.D.
Mucho más que sombra…
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