En pocos temas, tanto el denominado oficialismo (partidarios de quien gobierna, como la oposición, partidarios de otras ideas diferentes), coinciden en que se requiere un cambio urgente, como en el tema de la seguridad social.
Todo parece indicar que en este tema una reforma debería salir sin muchos preámbulos, pero cuando se entra en los detalles todo parece pasar a un segundo plano. Tanto antes como ahora, hemos asistido a diferencias sustanciales. En una palabra, se coincide en que es necesario un cambio porque la situación actual es insostenible, pero no se coincide en que proyecto es el adecuado para llevar adelante.
Mientras tanto la ciudadanía espera, como se trata de un problema que harán eclosión a mediano plazo y no en forma inmediata, parecería que no existiera.
Sólo un detalle. En estas columnas hemos abogado por eliminar diferencias irracionales. Una de ellas, es lo que fue puesto en práctica sin mucho “ruido” y se trató de las jubilaciones parciales, que procuraban apuntar a una solución de fondo.
Las jubilaciones parciales, que poca difusión han tenido, dan la oportunidad a quien se halla en condiciones de jubilarse de recibir media pasividad y negociar con el empresario por el salario que recibirá por la otra mitad de su jornada,
En contrapartida, el Banco de Previsión Social seguiría recibiendo el aporte por el salario que reciba el trabajador y no debería desembolsar la pasividad completa, sino media pasividad.
Otro aspecto para nosotros irracional. Los trabajadores de las empresas públicas, Fuerzas Armadas, intendencias y demás empleados estatales, podían jubilarse y trabajar en otras áreas de la actividad privada, sin perder su pasividad. Hemos conocido integrantes de las fuerzas armadas que se jubilan antes de los 50 años y con otros “beneficios” que no tienen los privados que incluso no llegan a jubilarse con su último sueldo.
La reforma a estudio corrige esto, dándoles las mismas posibilidades a los privados. A simple vista parece justo, pero no es así (porque no se habla de los otros “privilegios” que tienen algunos públicos cuando miramos esta reforma en detalle. Sólo será justa cuando todos los uruguayos sean tratados en condiciones de igualdad.
Nadie debe poder jubilarse a los 40 y pocos años y nadie debe aguardar hasta los 65 y 30 de trabajo para jubilarse con menos de su último sueldo.
Esta es la explicación de por qué es un tema tan polémico. Los que no quieren que se vean mucho estas desigualdades no hablan de ellas y quienes pretenden exponerlas se detienen exclusivamente en ellas, desacreditando lo demás.
Por la mayoría de los uruguayos y por la ciudadanía en general se requiere madurar a tiempo, evitando las posiciones radicales las que no nos permitirán salir de este atolladero jamás.
A.R.D.
