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martes, junio 3, 2025
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Para Germán Milich, artista salteño radicado en Brasil «La acción política del artista es hacer arte de calidad»

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Germán Milich Escane­llas, es un artista salte­ño que hace casi veinte años está radicado en Belo Horizonte (Brasil) y que está trabajando en varios proyectos, entre ellos una revista bilingüe que lleva por nombre «A lmensa Minoria» (en por­tugués), que tendrá su base en Salto.

  • Lleva casi veinte años en Brasil, ¿cómo es de­sarrollar el arte en ese país?
  • Hoy es difícil, pero soy un profesional del arte, fue lo que Brasil me per­mitió. Me fui de Uruguay en 2003 cuando traba­jaba en teatro, en Falta y Resto y en canal 4 y no me daba para vivir, y eso que me encontraba en los mejores lugares. Pasa que hay como una cultura del artista pobre en Uruguay. Nosotros hablamos mucho de las limosnas concursables, que es el proyecto de fondos concursa bles que son como limosnas, y si vas a ver, nunca hay for­malización de artistas, siempre se usa para todo menos para un sueldo. O sea, como que hay una tesis oficial sobre la cul­tura con la complicidad de la sociedad en la que el artista no tiene dere­chos, no tiene sueldo ni posibilidades de estar en Caja, en definitiva, no es considerado trabajador, algo que no pasó ni si­quiera con los gobiernos progresistas. Cuando me fui no había ganado el Frente Amplio, pero des­pués ganó, estuvo quin­ce años y los artistas ni ahí. Y en Salto, donde su­puestamente hoy hay un gobierno frentista, para mí Lima no es del Frente, sea, no representa lo que es el progresismo, y ves que también la teo­ría oficial es que el artis­ta tiene que ser pobre.
  • Cuando llegué a Brasil, en la primavera progre­sista de Lula, había un proyecto real de distri­buir renta a través de la empoderación de artis­tas, entonces empecé a trabajar. Yo en 2004 ya estaba trabajando con la compañía, teniendo un sueldo por dedicarme a ser actor, eso me posibi­litó crecer y tener mi em­presa. Pero ahora, cuan­do empezó todo este retroceso con Bolsonaro, tampoco me desarmó, pero obviamente que es­toy con menos trabajo y todo está más difícil. Al mismo tiempo empecé a trabajar en marketing digital, y como que la pandemia me dio más trabajo. Así que terminé teniendo suerte en po­der vivir del arte. El artista suele generar sus propios proyectos, ¿en qué anda hoy?
  • Hablamos de la revista, donde la novedad es que el epicentro sea Salto, porque todo lo que tra­bajé lo quiero llevar para ahí, sin tener que ir. Tal vez lo que más me for­talece es estar en Brasil, porque si estuviera en Salto rápidamente sería anulado por el medio al tener alguna discusión con algún edil, me ca­lentaría con Lima, en­seguida sería tildado de loco, porque es un poco lo que le pasa al artista, la violencia patrimonial, el machismo, porque el arte es femenino. Enton­ces, todo el que no se adapta y quiere cuestio­nar, es el loco. La nove­dad para mí es lo digital, es la tecnología como una forma de desarro­llo social, tanto así que estamos charlando des­pués de casi veinte años que no nos vemos.
  • ¿La pandemia acentuó más el desarrollo de esta vida digital?
  • Sin duda. Pienso que todo lo que pasó con lo digital es lo que también termina alimentando esa paranoia de las teo­rías de la conspiración, como lo que vemos acá en Brasil con Bolsonaro, donde las teorías conspi­rativas están en el poder porque Bolsonaro se nu­tre de eso. Por otro lado, trabajo en una empresa de mar­keting digital, que es lo que me da la plata como escritor, y eso también está bueno porque po­der trabajar como escri­tor es interesante. Tengo libertad para escribir, se me paga por la calidad literaria, porque preci­san textos literarios, no textos normales o comu­nes de venta. Entonces, hablo por Quiroga, Dos­toyevski, Borges, puedo usar literatura porque mi

jefa es formada en pu­blicidad y literatura. Lo digital ha dado como un espacio para los artistas, porque lo digital y lo me­diático necesita mucho de arte, tenés que entre­tener.
Hay como un preJu1c10 sobre si el arte tiene que entretener o no, es una lucha, pero se trata de un falso dilema. Los artistas no tenemos problemas con eso, sabemos que la función del arte es en­tretener en primera ins­tancia, no porque sea el objetivo sino para poder captar a la persona. Nun­ca el objetivo del artista será aburrir a alguien.

Qué es «A lmensa Mi­noria»?

  • Es mi empresa en Belo Horizonte, es una pro­ductora que tengo desde 2010 que abrí para pres­tar servicios a un pro­yecto ambientalista, del que fui productor cinco años, para la revitaliza­ción de un río, que es el que abastece de agua a Belo Horizonte y a 54 municipios. La abrí para poder trabajar. Y la revis­ta es como la estrategia de comunicación. Como nuestro medio está to­talmente lleno de norias, lemas, rispideces, la re­vista tiene como función estratégica generar una red y posibilitar la co­municación sin conflic­to, porque el tema con los artistas es que nunca se habla de esas cosas. Si prestás atención, se piensa que un artista po­litizado es dar su opinión sobre política, y eso está mal, eso no es verdad. Un artista puede ser ex­celente actor y puede ser pes1mo haciendo una lectura política de la realidad. Uno lo ve, por ejemplo, en un gran artista como (Luis) Bran­doni, que luego lo escu­cho hablar de política y me hace preguntar para qué se pone a hablar de política si uno lo admira tanto. Lo mismo me pasa con Alfredo Casero. Son tipos que me parecen geniales artísticamente pero que luego cuando los ves opinando de polí­tica como que no tienen la misma calidad, por­que el artista tampoco tiene ciertos elementos, y de política obviamente que todo el mundo pue

de opinar, pero enten­dámonos, están los que estudian política, los analistas. Y como tam­bién hice Ciencia Política cuando estuve en la Fa­cultad, que era Asisten­te de Cátedra de Ramón Gérez y de Emilio Arre­dondo, me gusta mucho la cuestión política, pero veo que está mucho ese engaño.
Entonces, la revista cum­ple la función de encau­zar la discusión entre los artistas, evitar que nos aislemos, algo que es muy típico del artis­ta, aislarse y cerrarse, y evitar que la discusión vaya por los carriles que no deben ser, como pa­sarse a discutir política partidaria, porque para eso hay otros ámbitos. Discutir de política para buscar hacer buen arte. La acción política del ar­tista es hacer arte de ca­lidad, y defender las con­diciones para generar arte de calidad. O sea, defender el salario, lo que son las jornadas de trabajo, defender condi­ciones. Esa es la política desde el punto de vista artístico, no necesaria­mente opinar de políti­ca, aunque la libertad es de todos, obviamente, la libertad será siempre la primera premisa, todo el mundo puede opinar, aunque yo no escucharía tanto a un artista hacien­do un análisis de política como tal vez escucha­ría a un analista. O sea, buscaría información de gente que analiza la polí­tica, y al artista lo busca­ría para emocionarme.

Por qué eligió Salto como plataforma de lan­zamiento latinoamerica­no de su revista?

  • Elegí que sea Salto para ver si podemos modifi­car el pensamiento en Salto. No es tan difícil transformar la realidad, no precisamos a la Inten­dencia, aunque estaría bueno que se sume. La Intendencia tendría que tener vergüenza y cum­plir su obligación, por­que si ves a los agentes con los que uno habla, el único que está obliga­do es el poder público, el sector empresarial no tiene ninguna obliga­ción, el ciudadano tam­poco, no tiene por qué ser artista o generar arte,

es un derecho del ciuda­dano, no es una obliga­ción. Lo mismo con las empresas, no tienen la obligación de financiar el arte, y los artistas mu­cho menos, los artistas no tienen por qué ser ellos los que paguen. Pero como es imposible poder tener algún tipo de expectativa respecto al poder público, y has­ta que no tengamos la fuerza suficiente y tener un abogado que los haga trabajar, no podemos, estamos muy desarti­culados, entonces opté por esta estrategia que fue hacer el epicentro en Salto y tratar de abrir un mercado directo con Belo Horizonte, porque acá hay seis millones de habitantes con la región metropolitana incluida.
Entonces, hay otra di­mensión y concepción de arte y de trabajo tam­bién. Si conseguimos abrir ese mercado entre Salto y Belo Horizonte, se producirá una eman­cipación de los artistas que naturalmente obli­gará a que la Intenden­cia mejore, porque si los artistas se articulan y ga­nan plata, ya no será tan fácil pasarlos por arriba. El objetivo entonces es abrir un mercado con Belo Horizonte. La revis­ta tendrá como función generar la antítesis a la tesis oficial sobre cultura que establece que el ar­tista debe ser pobre.

  • ¿Cómo puede hacer la gente para encontrarse con su revista?
  • La revista es gratuita, puede ser distribuida, yo la comparto por WhatsA­ PP, y está disponible en el sitio de «Sol y Luna» para bajarla, que me ayu­dan mucho desde hace más un año, son socios, inclusive hay un artículo de ellos en la revista so­bre el arte como recurso pedagógico. Entonces, en el sitio de «Sol y Luna» el martes 15 de febrero estará disponible en for­ma gratuita a un click. Estamos rompiendo con el paradigma que hay que cobrar por el arte, aunque el arte precisa dinero para ser produ­cido, por eso la versión salteña de la revista la hice con un cofounder, que tuvo mucho éxito.

ué mensaje le dejaría a los artistas salteños?

  • Le quería decir a todos mis compañeros artistas que es posible, que no se depriman, que vamos a cambiar, vamos a dar vuelta la pisada, que lle­gó la hora que el mundo cambie para nosotros. Este movimiento que estamos empezando no es una moda, es un cam­bio sustancial en nuestra vida, así que les pido a todos mis compañeros artistas que sigan firmes y que nos pongamos las pilas que la vamos a sa­car entre todos y vamos a terminar con esta si­tuación ignominiosa que sufren los artistas con esta violencia patrimo­nial con la complicidad de la sociedad y del po­der público.

PERFIL DE GERMÁN MI­LICH ESCANELLAS
Divorciado, padre de dos hijos.
Es del signo de Escorpio. De chiquito quería ser murguista.
Es hincha de Peñarol y de Ferro Carril.
¿Una Asignatura pen­diente? Tener formación en la Escuela de Música. ¿Una comida? Milanesa con papas fritas.
¿Un libro? «El príncipe idiota», de Dostoyevski e «Historia de la eterni­dad» de Borges.
¿Una película? El Padri­no.
¿Un hobby? No tiene.
¿Qué música escucha? Escucho a Mateo y sam­ba.
¿Qué le gusta de la gen­te? Que se preocupe por los demás.
¿Qué no le gusta de la gente? Que se crea que es especial y que es el centro del universo. Por Leonardo Silva.

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