Norberto “Chumbo” Sagnol
Comunicador, informativista de televisión, publicista, remero, bancario, pianista y más recientemente, trompetista, le gusta cantar y recitar poemas. Norberto “Chumbo” Sagnol, que hace pocos días cumplió 81 años, fue reconocido este 19 de junio por APC por su trayectoria como comunicador y por sobre todas las cosas, por ser buena persona. En esta charla nos cuenta sus comienzos.


1. ¿Qué recuerda de sus primeros años de vida?
– Soy un tipo de otro tiempo, nací en 1942, antes de terminar la Segunda Guerra Mundial, en plena pandemia de poliomielitis. Recuerdo cuando peleó Dogomar (Martínez) con Archie Moore. Escuché por la radio a Uruguay en el 50, también recuerdo el partido de Uruguay y Hungría en el 54. Había una profesora de canto en el Instituto Municipal que estaba en Amorín 55, donde hoy está la Agropecuaria, ahí estaba la profesora Otilia Decelier, que era una húngara que nos enseñaba a vocalizar. Durante tres años estuve aprendiendo vocalización, no me dejaba cantar. Luego integré la coral…
2. Y de su casa, ¿qué me puede decir?
– Mi vieja era una mujer que tenía un carácter espectacular, mamá iba haciendo la tarea de casa y cantaba, tenía una voz preciosa, era muy alegre y muy de comunicarse con los amigos. Mi casa era de puertas abiertas, mis amigos elegían mi casa porque mi vieja era espectacular. Papá igual. Ahí nos juntábamos los compañeros del liceo, y luego los de los cursos universitarios, porque encontraban el ambiente tan grato por la cordialidad de mi madre y de mi padre. A dios gracias me dejaron una enseñanza muy linda.
3. Tiempo de Chaná y de traer grandes espectáculos…
– Exactamente. Mi padre y mi abuelo eran dirigentes de Chaná, club que traía muchos espectáculos a Salto. El trío Los Panchos estuvo en el año 62, más o menos. Radio Salto tenía una discoteca espectacular, entonces pasaban una canción que nunca me olvido, “La toledana”, que yo la relacionaba con esa tristeza que te da los días de lluvia, la cantaba el trío Los Diamantes, no recuerdo de que nacionalidad eran, pero son anteriores a Los Panchos, digamos que Los Tres Diamantes se escucharon hasta el año 55, cuando ya Los Panchos estaban consolidados.
4. ¿De dónde salió lo de “Chumbo”?
– Mi hermano me puso. Mamá me contó que cuando nací, mi hermano me puso el nombre y me quedó.
5. En aquellos años en los que comenzó como comunicador, ¿cómo eran los medios?
– Eran muy exigentes. Julio Enrique Pierri Coelho fue uno de mis censores, de mis maestros y que me incentivó para que me iniciara en la comunicación. En esos tiempos había mucha gente que corregía, y uno no se quedaba mal porque la gente te corrigiera. Jorge Andrade Ambrosoni, que fue un magnífico periodista y gran observador de la realidad, amigo de mis padres y de mi familia, me llamaba por teléfono para observarme, “mire que tal cosa yo la haría de tal manera”, y yo no lo tomaba a mal, al contrario, era un privilegio que el hombre me llamase y me corrigiese. Y Julio Enrique Pierri Coelho, cuando yo hacía el informativo de Canal 8, si me habrá llamado a casa para observarme y hacerme una corrección, y de buen grado que lo aceptaba, terminé teniendo una gran amistad con él.
6. ¿Cómo llegó a ser remero?
– Cuando tenía 11 años tuve un problema alérgico y contraje el asma, pasaba mal y el médico me mandó a hacer deportes. Yo jugaba al fútbol y al basquetbol, pero era corto de vista, entonces no embocaba el tablero (risas), por eso me sugirió que hiciera remo y natación. Se había creado el Salto Rowing Club e iba con el Quico Barbieri. Me transformé en remero, tengo cinco carreras de mil metros corridas aquí y en Concordia, en Paysandú, Melilla. Como estudiaba y era muy estudioso, estaba haciendo Derecho, y las clases comenzaban a las ocho menos diez de la mañana, arreglamos que el entrenamiento se hiciera a las seis de la mañana hasta las siete, era abril. Pero había que ir a dormir al club, entonces mis padres hablan con Enrique Barbieri y con Caligari para que los chiquilines, éramos todos jóvenes, Yamandú Rodríguez, Gracés, Ángel, Caligari, durmiéramos en el club. Yo salía de casa, no teníamos auto ni había teléfono fijo, ni celular, ni nada. Mis padres confiaban en mí, tomaba el ómnibus en la anacahuita en Barbieri y Leggire, bajaba en el puerto, me iba caminando hacia el Rowing con mis 15 años de edad, no era la Costanera de hoy, era la Costanera de hace 65 años. Llegaba al club, nos acostábamos a dormir y a las seis de la mañana arriba, a agarrar el bote, tirarlo al agua, salir a remar hasta Salto Chico, de ahí al puerto de Concordia y volver. Luego bañarnos, tomar café y salir caminando hacia el liceo, apenas llegaba, y regresaba a casa a las once y media de la mañana. Eso me parece que hoy no se puede hacer, capaz alguien lo hace pero los padres con el celular se pueden conectar de manera permanente.
7. ¿Tiene alguna anécdota de esos tiempos de remero?
– El remo tiene esta particularidad, por lo menos en mi época, tenías que mojarte el short de manera que se afirmara en el carro, porque la fuerza del remero no está en los brazos, ahí es donde tiene la agilidad, la fuerza viene de las piernas, donde todos nos afirmábamos. Entonces, estábamos en una carrera, yo había mojado el short, pero se me da por acomodarme cuando había secado, y es tanto el impulso que quedás un poco en el aire y quedé arriba de los rieles. Me acomodé, pero el bote perdió equilibrio y perdimos la carrera.
8. ¿También le gustaba nadar en el río?
– Amo tanto el río que me venía nadando de Salto Chico atrás de una chalana que me prestaban porque era un gurí, ya aprovechaba y traía una bolsa de arena, y me quedaba una hora allá, me había vuelto baqueano. Largaba al garete la chalana para venirme y volvía nadando al lado. Cuando llegaba al club con los compañeros, cuando los cuidadores se iban a comer al mediodía, le hablo de verano, nos agarrábamos del mástil del Surubí y bajábamos. Yo era medio miedoso, pero bajaba porque todos bajaban. Tuve la suerte de poder hacerlo. Recuerdo que agarrábamos piedras con una piola que nos atábamos en la mano para jugar competencias para ver quién iba más profundo, y cuando se tiraba de la otra punta, se sentía un golpecito que significaba que había abandonado. Entonces sacaban la piedra y medían lo que se había sumergido para ver quién ganaba.
9. ¿Estuvo en el informativo de canal 8? ¿Cómo fueron esos tiempos?
– Ya se llamaba Salto Visión, estuve con Inocencio “Chencho” Di Giácomo, Ariel Caraballo, Noemí Godoy, una chiquilina que era jovencita, Ado Pereira. Dos años duró ese informativo. Una anécdota que recuerdo de ese tiempo tiene que ver con que yo era muy nervioso, y uno de los temas que tuve que corregir era el de no mover las piernas cuando estaba haciendo el informativo porque los micrófonos captaban todos los ruidos del ambiente. “Chumbo, es un barullo bárbaro porque movés las piernas”, me decían, entonces me empecé a descalzar, y una compañera, que se llama Olguita, mucho más joven que yo, pero que es muy de hacer bromas, me sacó los zapatos y cuando intenté ponérmelos no los tenía más y no sabía a dónde habían ido a parar (risas).
10. De todas las notas y entrevistas que pudo hacer en aquellos años, ¿a quién recuerda?
– Tuve la suerte de entrevistar a Camilo Sesto, a Joan Manuel Serrat, a Loreley Pose, a Cacho de la Cruz, a Líber Seregni, ahí ya era veterano en el canal, era en otra época, después del 80. También pude entrevistar a Hugo Batalla, a Manuel González, que era el camarógrafo jefe de canal 12 de Montevideo y con quien hicimos una amistad, que es lo que tiene la comunicación, que te va tendiendo puentes con la gente. Tuve también la oportunidad de estar en una entrevista que le hicieron a Wilson, yo en ese caso no lo entrevisté. En definitiva, fueron años muy buenos donde conocí mucha gente interesante.