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viernes, 14 de marzo de 2025
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Un sistema detestable

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Liliana Castro Automóviles
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Muchas veces en estas columnas nos hemos ocupado del poco valor que aparentemente le dan a la vida los “delivery”, si tenemos en cuenta las altas velocidades que transitan en la ciudad y el escaso o nulo respeto a las más elementales normas de tránsito que exponen.
Dijimos también que probablemente no sean ellos los responsables de esa conducta, sino que resulta evidente que reciben un “plus” de pago los que entregan más rápido los pedidos o los que entregan mayor número de los mismos.
Nadie ignora que en tiempos de pandemia, como el que enfrentamos en el presente, la entrega a domicilio ha ganado un gran auge, pues son muchas las personas que prefieren permanecer en casa, antes que trasladarse a comercios u otros lugares públicos. Como también los que exigen “comida caliente”, cuando la encargan. Y esta impaciencia está en la base de la cuestión.
Enterados que un alto número de estos jóvenes ha sido despedido o al menos han sido dejados sin trabajo porque “no encuadraban dentro del sistema”, nos preguntamos que papel juega el Estado en estos sistemas.
¿Se limita a controlar el tránsito? ¿Es totalmente legal establecer las bases de estos comercios, difundir sus pormenores, y hacer hincapié incluso en una cantidad de infracciones de tránsito para cumplir con una entrega rápida?
En tiempos de una gran necesidad de trabajo, como la que enfrentamos, es frecuente que aparezcan estos trabajos que rozan en lo ilegal, que menosprecian los derechos del trabajador y se rigen por una “pseuda” eficiencia con la que se identifica al sistema.
Conocemos casos de gente que ha caído en esto, sobre todo jóvenes e inconscientes que entienden que lo que vale es reunir un dinerillo para darse algunos “gustos”, así sea a riesgo de la vida.
Esto es habitual entre los jóvenes. Lo que no debiera tolerarse a nuestro entender es que alguien los use, fomente esta necesidad en su propio provecho, porque ¿hay necesidad de hacerlo así?
Obviamente que no, pero cuanto más rápido se lo haga será más barato para el usuario, pero ¿a que costo para quien se desempeña en esta tarea?
Por supuesto que entre los responsables de que florezcan estos sistemas está el usuario. Por lo pronto, preferimos tener que volver a calentar la comida o aguardar un rato más, antes que cargar en nuestra conciencia la muerte o lesiones irreversibles de una persona.
A.R.D.

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