Con toda una vida militante en su Partido Nacional (PN), hoy le toca a Alejandro Secco la difícil tarea de conducir a su partido en su reorganización en tiempo de pandemia.

- Hace muchos años que milita en el PN, pero en su familia podemos ver a integrantes de más de un partido, ¿por qué eligió trabajar en política entre Blancos?
- Mi abuelo paterno fue fundador y prohombre de la Unión Cívica. Fue Diputado, Senador, Constituyente en 1916, después terminó siendo designado embajador para reconstruir las relaciones con el Vaticano antes de la guerra. Toda una trayectoria adentro de la Unión Cívica. Mi padre, que básicamente no era un tipo político, pero sí con una gran vocación de servicio, recogió el guante y mantenía la bandera de la Unión Cívica acá. Yo cuando empecé, con menos de 18 años a inquietarme con la política, lo acompañaba a él, pero mis amigos, los que uno elige, eran todos Blancos, y uno de mis hermanos, Alberto, también tenía la misma veta, y leyendo la historia, me hice cada vez más fanático de la historia Saravista. Y me terminó de hacer el click cuando lo conocí a Wilson, a través de la letra, de los cassettes de aquella época, y después cuando personalmente lo escuché en Concordia en el 84, antes de volver al país, ahí me convertí a la liturgia wilsonista.
Por una posición muy principista de mi padre, en casa se hablaba poco de política en términos puntuales, más bien se hablaba mucho de ética y moral, lo que dio para que cada uno saliera lo que le parecía, porque justamente la apuesta era al partido de ideas, así le llamaban ellos a la Unión Cívica, y entonces la apuesta era a la cuestión de principios, a los valores socialcristianos mucho más que a la simple camiseta o color político. Uno se formó en eso, y es algo que he trasladado inclusive a mi propia familia, es decir, que las adhesiones políticas sean por convicción y no por herencia.
- ¿Cómo fue su juventud y su militancia durante la dictadura?
- Mi primer ejercicio militante fue en Interact, que son las divisiones inferiores del Rotary. Ahí comenzamos a canalizar la inquietud del servicio público, y después cuando entramos en la Facultad en el 81, canalizamos a través del deporte, fundamos la Liga Universitaria en aquel momento, donde se incorporaba a 5° y 6° de liceo, había 24 equipos, movíamos a 300 o 400 estudiantes por fin de semana en distintas canchas, jueces, una organización fantástica que nos permitió canalizar esa energía y conocer a un montón de gente, que era también una forma de militar por una causa, que en este caso era el deporte, la unión de los jóvenes.
Después sí, de ahí casi naturalmente empezamos a militar, por un lado, en política, y por el otro a nivel estudiantil, donde fundamos las ASCEEP (Asociación Social y Cultural de Estudiantes de Enseñanza Pública), funcionábamos medio en forma clandestina donde se generaba esa mística que te da la juventud y la cuestión de luchar por cosas tan emotivas como la libertad y la posibilidad de expresarse. Y a fines del 84 y principios del 85, ya decididamente militando por la Regional Norte, que ahí dejamos literalmente la vida. Perdí dos años de mi carrera militando por una causa que todavía hoy me enorgullece.
- Cuando lo conocí en el año 1989 era estudiante de la Facultad de Arquitectura…
- Sí, y aunque no lo creas sigo siendo, en otro formato, porque la Facultad en Salto en 2013 lanzó una adaptación, en lugar de dar 3 años de Arquitectura y luego te tenías que ir a Montevideo, completó una Licenciatura que se llama Diseño Integrado, y que justamente ahora están haciendo una encuesta para ver si le cambian el nombre. Está muy bueno y me reenganché.
- Y cuando llega al gobierno el PN, tanto en el país como a nivel departamental, le toca encarar la creación de la Oficina de la Juventud junto a Lucía Minutti. ¿Cómo recuerda esa experiencia?
- Fueron dos años y un par de meses, eso fue lo que duró, pero pareció que hubiese sido mucho más. Fue tremendamente fermental, volcamos ahí muchos conceptos que teníamos sobre la juventud bajo el gran lema de «Espacio para la Juventud», seguimos creyendo en las mismas cosas 30 años después, que los jóvenes, ese estrato que va desde los 14 a los veinti y pico, no tiene espacio ni en la casa ni en la ciudad, no tiene un espacio concebido desde el punto de vista social y urbano para que puedan desarrollarse. En la casa lo vemos claramente, donde los jóvenes o se encierran en el cuarto o se van a la miércoles. Y en la ciudad, terminan en las esquinas de las calles o callejeando probablemente porque la ciudad no tiene espacios que los contengan.
Un poco bajo ese lema intentamos atacar en poco tiempo muchas cosas, siempre con el espíritu del asociativismo con los grupos juveniles en la Semana de la Juventud, las carrozas, los campamentos, la diversidad de actividades que emprendíamos, pero también, por otro lado, íbamos a las cosas serias con talleres,
se atendía el empleo juvenil, hicimos la experiencia de los chalequitos anaranjados para la educación vial. Se trataba de dos objetivos montados en una misma experiencia, que era darle la primera experiencia laboral por seis meses a jóvenes que reclutábamos en organizaciones que trabajaban con jóvenes, como la Iglesia Católica, los Mormones, la Cruz Roja, etcétera. Y, por otro lado, también había un aporte a la sociedad que era la educación vial en momentos que el tránsito de Salto tuvo cambios importantísimos, con el uso de los semáforos, que en ese momento se instalaron, y el cambio del flechado de Artigas y Rivera. Fue una época que nos permitió hacer cosas.
- Luego continuó en la Intendencia dedicado en temas relacionados al desarrollo, las PYMES…
- Pasé por varios lados en la Intendencia. Ya en aquel período complementaba mi actividad con cosas como la Comisión Departamental del MERCOSUR, que se armó de manera multidisciplinaria, con representación de las organizaciones productivas, para conocer y adaptarnos a la nueva situación que se generaba en el 91 cuando se firmó el Tratado de Asunción que formó el MERCOSUR. Había que sensibilizar a la gente, prepararnos para ese nuevo mundo que nos abría el MERCOSUR. También trabajamos en la Oficina de Planificación con el arquitecto Gelpi, apoyando toda la parte de obras. Después eso me fue tocando distintas actividades, pero siempre vinculadas a la planificación y a la formulación de proyectos. Me tocó participar, por ejemplo, en todas las licitaciones que se hicieron en Termas del Arapey que armamos con la doctora Hackenbruch, en los terrenos que hoy ocupan los desarrollos hoteleros.
- En todos esos años trabajando con perfil bajo, desde la militancia por su partido sin ocupar cargos, ¿esperaba esta propuesta para conducir al PN en Salto?
- Es buena tu percepción, jamás pedí cargos, de hecho, no los tuve. Esto es lo más divino que me ha pasado, no lo había soñado, jamás me lo imaginé y me siento casi eufórico por el reconocimiento y porque me llega en el momento que siento esa sabiduría que te da los años y a su vez todavía tengo energía y ganas como para encarar algunos desafíos. Llega en el momento en que el partido es gobierno, que es un aditivo muy especial. Y en los días que asumo me toca rápidamente participar en un acto en la Meseta de Artigas en Paysandú con el Presidente de la República y un montón de compañeros de aquellas épocas militantes que hoy ocupan cargos de gobierno y compartiendo con muchos intendentes del interior. Y a 10 días de haber asumido, poder participar en estas jornadas con la visita del Presidente, que no es común, hacía rato que no venía un Presidente a Salto, y sobre todo con la dinámica que tiene. Esta presencia cercana que nos da ganas, nos devuelve confianza en el sistema republicano, es decir, tener un Presidente con la calidad humana que tiene Luis (Lacalle Pou), para mí es impagable.
- Antes de asumir la presidencia de su partido, éste tenía el desafío de organizarse luego de las internas de 2019. ¿Cuáles son los desafíos que tiene ahora por delante el PN en Salto?
- Yo diría que aún no nos hemos reorganizado, solamente constituyó sus organismos. Los desafíos pasan por reorganizar al partido como un partido moderno, que amplía su base, que tiene vocación de cambio y de gobierno. O sea, para cambiar hay que gobernar. Es decir, desde la oposición podés controlar, pero no podés gobernar. Nosotros queremos cambiar, porque hay cosas imprescindibles para Salto para cambiar, por eso aspiramos a ser gobierno. Pero para eso, como paso previo, está esa reorganización, nutrir al partido de la vida social, productiva, educativa del departamento, generar canales, vínculos, que la participación de los blancos vaya y venga, sobre todo que venga. Invertir en algún sentido el orden de la propuesta, que vengan de abajo, que el partido las asuma, las defienda, y que a su vez sea canal justamente para la participación de la gente. Los blancos tenemos esa característica, porque participamos sin pedir en forma discreta desde las distintas organizaciones, como la de los productores o de base territorial como las comisiones vecinales, las de fomento. Entonces, darle un canal y alguna forma de organización y de protección en términos de posibilidades y capacidades, para hacer más cosas y mejor de las que ya hacen por voluntad propia.
- Se ha marcado que el PN es más del campo que de la ciudad, y que ha tenido poca inserción en los barrios más vulnerables, que de hecho es donde mantiene su mayor caudal electoral el FA, ¿piensa en revertir esa imagen? ¿Cómo?
- Esa reorganización parte de una concepción en el sentido que tenés que darle canal a la gente y a la emoción, esa que siempre tenemos a flor de piel los blancos, esa pasión por la historia y por la ética pública, agregarle ese contenido más pragmático, que de alguna manera, por ejemplo, las organizaciones de izquierda tienen, y que nosotros, en mi generación, aprendimos mucho con Wilson con la Secretaría de Asuntos Sociales de aquellos años, que era la expresión de cuatro sectores, donde estábamos los estudiantes agremiados, los sindicalistas blancos, los profesionales universitarios y los pequeños productores rurales. Esa era la estructura básica de la Secretaría que nosotros de alguna manera pensamos reflotar y relanzar en este Siglo XXI. Esta será una de las formas que nos va a acercar a ese electorado. De todas maneras, mi preocupación no es ni va a ser la elección como tal, sino el paso previo, preparar al partido para que las listas que ya existen y algunas nuevas que aparezcan, tengan otras herramientas para competir.
PERFIL DE ALEJANDRO SECCO
Tiene 5 hijos. Es del signo de Acuario.
De chiquito quería ser como el cowboy del cine.
Es hincha de Nacional.
¿Asignatura pendiente? Culminar sus estudios universitarios.
¿Una comida? El asado.
¿Un libro? «Crimen y Castigo» de Dostoyevski y «Vida de Aparicio Saravia» de Manuel Gálvez.
¿Una película? «Atrapado sin salida»
¿Un hobby? El deporte.
¿Qué música escucha? Soy bastante ecléctico, pero me gusta el rock de los 70 y algunas líneas del rock uruguayo actual.
¿Qué le gusta de la gente? La sencillez, la franqueza y la lealtad.
¿Qué no le gusta de la gente? La hipocresía, el doble discurso.
Por: Leonardo Silva