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viernes, 14 de marzo de 2025
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¿Quién fue Walter Peralta?

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Fue un destacado profesor de literatura por cuyas clases pasaron varias generaciones de salteños. Pero además fue poeta, aunque de obra no muy abundante. La política fue otra tarea que le interesó y lo mantuvo ocupado. A nuestro entender, es de esas personalidades que, lamentablemente, no han sido valoradas con el paso del tiempo en su justa medida. Por eso vale la pena ir tras su rescate, y es ello lo que busca esta página hoy. Vivimos en tiempos donde pululan quienes se autoproclaman “intelectuales”, “artistas” o “actores culturales”. Peralta, por lo que hemos podido escuchar y leer, fue todo lo contrario: un hombre de perfil bajo, lo que sumado a que no fueron muchos sus libros publicados, hizo que con el paso del tiempo su figura fuera desvaneciéndose poco a poco en Salto, lo que nos parece injusto. Walter Peralta nació en Salto en 1920. Además de profesor, fue bibliotecario del Liceo «Osimani y Llerena», directivo de la Humbolt-Haus, edil del Partido Colorado. Falleció en 1984. Para mejor conocerlo, nos hacemos eco de las páginas 267 a 271 del libro “Salto en mi carpeta”, de Leonardo Garet, publicado hace exactamente un año.

“Era ese hombre tranquilo que siempre uno se admira encontrar. En el año 1974 integraba la Comisión Directiva de la Humbolt- Haus. Por invitación suya realicé en ese instituto dos conferencias sobre novela picaresca española. Fue el comienzo de nuestra amistad y también de mi libro Viaje por la novela picaresca, que habría de editarse en 1991.

Walter Peralta era profesor de Literatura en el liceo «Osimani y Llerena». Recuerdo sus programas preferidos y su dicho «La Odisea antes que La Ilíada, Odiseo, antes que Aquiles». Fue también Bibliotecario del Osimani y será por eso que no puedo imaginarlo si no es rodeado de libros. Con su paso cansino Peralta recorría el corto trayecto del liceo a La Humbolt. Después, los días de reuniones, el más corto a la Junta Departamental. Su sencillez no permitía vislumbrar la firmeza de sus convicciones. Había que hablar con él para darse cuenta hasta qué punto Peralta tenía muy claro las opiniones tratadas. Y para eso estaban las tertulias en su casa y en lo de Milans Martínez.

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Marcha por la Vida - Viernes 28 de marzo, 19:15hs

El autor de breves libros

Walter Peralta hizo su aparición con “Cuaderno de poetas salteños” (Salto, 1956). Nada más que cinco poemas alcanzaron para confirmar su inspiración delicada, su imagen bañada en García Lorca y en Pablo Neruda: «Con un pez de sombras / en las manos / siento llegar la noche / dulcemente.» (Recuerdo); «Quédate aquí / conmigo./ Ahora que la luna / se cayó de bruces/ en el río”. (Poema). Un decorativismo paisajista rebosa en sus buenos momentos, como en este texto:

POEMA

Los pájaros urgen los párpados grises.

Yo no sé, amiga, en qué patines del alba

huyó el musgo de tus pestañas.

En la mañana hay jardines

para recrear los sueños.

Y tú eres, amiga, amable como un vaso de vino:

préstame tu sonrisa para mondar el día.

Yo te digo: Estoy más allá de las desnudas palabras.

Hay un paisaje dormido en tus ojos.

¿En qué vuelo de pañuelo blanco,

me dirás adiós, corazón de navío ?

¿En qué horizonte de almanaque

te buscaré?

Filosas dagas de luna

hieren mis entrañas verdes.

Yo te recuerdo, corazón de espumas,

aviadora de amarillas inmensidades,

y desde un mar de ritmos muertos,

te digo Adiós.

De pronto, el terremoto de una vivienda sacude las ramas del lírico. “Primer cuaderno de poesía” (1960) y “4 Poemas” (1960) son poemarios de la desolación. Su nota distintiva es la tristeza inconsolable; la presencia de lo intangible aureolando la existencia. Había muerto su hijo Walter Gastón

Las nombradas son las incursiones individuales de Walte Peralta en las imprentas. Él, tan amigo de los libros, y tan poco que publicó. Dos son, también, los poemas posteriores que me acercó para publicar en la Página Literaria de «Tribuna Salteña” y que recogí luego en mi libro Literatura de Salto Una verdadera creación, invención de mundo, se despliega ante nuestros ojos cuando leemos la poesía de Walter Peralta. El siguiente es poema inicial de Primer cuaderno:

CIUDAD DEL ÁNGEL

Ciudad del Ángel, siempre te ven mis ojos

con tu presencia de luz,

de música,

de rostros conocidos, invariables,

de auroras postergadas,

de muertes detenidas,

de ausencias olvidadas…

Ciudad del Ángel:

tú vives con tus calles claras y tus jardines de rosas inmortales

y tus zaguanes en penumbras

donde el amor habita:

Tú vives cerca del cielo…!

Ciudad del Ángel:

Por tus calles la mano materna

me condujo, ciudad del ángel

y así conduje yo a mis hijos,

en tu aire había una música suspendida

de guitarras olvidadas por los ángeles.

Un soplo de Dios

hay en tus calles

ciudad que no habitas en la tierra

sino en la clara eternidad del cielo…

Ciudad del Ángel:

déjame elegir mi muerte junto al río…

La inconcebible tragedia signa la poesía de Walter Peralta: «trece años de vida terrenal, ahora en la eternidad del cielo». La elegía está en la raíz misma de cada expresión que considera digna. No hay otro tono. Quedó atrás el paisajismo, ahora vive en la melancolía.

Un licor tenue

Una obra voluminosa con el motivo del desencanto, parece en sí mismo una profunda contradicción. (El caso de Juan Carlos Onetti que insiste en una veintena de libros diciendo que nada vale la pena. ¿Tampoco escribir?)

La obra de Peralta cabe en el cuenco de una mano. Allí se puede beber el desencanto vuelto un licor tenue, apagado.

Peralta fue un hombre triste. Pero como en su poesía, no hacía militancia de su tristeza, ni artilugio de autocompasión. Ni una razón o excusa para imponerla a los demás en forma de pesimismo, o agresión. Al contrario, su casa estaba abierta a los amigos para celebración de la poesía.

La ciudad del Ángel

Peralta sintió impalpable un único tema dominante: la ciudad del ángel. Así entendida como un recuerdo de leyenda, o vago paraíso, nacido del interior casi incomunicable. El titular de los textos siempre es un padre al que se le ha muerto su hijo y no le alcanza la vida para recuperarse. Expuesto así, con palabras, parece hasta un esquema. Pero fue la más honda tragedia y sólo la poesía, a veces, le permitió referirse al tema.

La ciudad del ángel se empieza a delinear y parece por momentos referirse a una creación, o creencia. El último poema del Cuaderno, procura la identificación absoluta: «Ángel mío, tesorero de mi angustia» no dejando dudas que el único mundo -la construida ciudad del ángel y este- no es más que el pálido reflejo del único existente: el del recuerdo.

El poeta que vive en Walter Peralta concreta, aquí y allá, algunas islas en medio del silencio, o el mar que lo ahoga. Se concede unas palabras. Las islas son esos poemas del dolor inconsolable. En sus dos breves poemarios, anunció la publicación de La ciudad del ángel. Nunca se concretó.

Peralta fue un buen amigo. Vuelve su bondad al recordarlo.

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