Las bolsas de plástico, tema del que nos hemos ocupado frecuentemente, se vislumbra hoy en todos lados como un gran problema. Tanto es así que el Ministerio de Industria y Energía del Uruguay se muestra convencido que estamos en buen camino para su eliminación.
Es un concepto equivocado. En primer lugar por qué basta con revisar el recorrido seguido hasta el momento para darse cuenta que ha sido un gran fracaso.
Si recorriéramos las calles de nuestra ciudad y sobre todo la cuenca de los arroyos después de una inundación nos daríamos cuenta del error que hemos cometido.
Ha faltado educación, pero sobre todas las cosas se ha cedido voluntariamente a la fabricación y distribución de este material, olvidándonos del reciclado. El público consumidor tiene también gran parte de la culpa de que hayamos llegado a este punto.
Hoy la creación del Ministerio de Ambiente, despierta esperanza, pero es el gran público consumidor el que tiene que asumir responsabilidades. Ello junto a las normas del gobierno prohibiendo la fabricación y entrega de estas bolsitas, aspecto también muy importante.
Siempre hemos considerado que hay abusos y exageración en este sentido y seguramente llevados por la practicidad y el costo del material el ser humano ha dejado de lado otros materiales nobles y los ha sustituido por el plástico.
Basta observar el descarte del plástico en botellas, todo tipo de envases o las bolsas de nylon que tiramos a diario para saber de qué hablamos.
Mientras seguimos tirando olímpicamente las bolsitas de nylon en cualquier lugar e intentamos tibias medidas de recuperación de estos materiales, tenemos que asumir que el tiempo de la naturaleza que sufre a diario estos atentados, no es el mismo.
Urge tomar medida, por las generaciones futuras. No queremos estar en su pellejo cuando tengan que asumir las consecuencias de nuestro derroche.
Es sabido que se han formado ya varias “islas” de plástico que no hacen más que dañar la naturaleza y atentan diariamente contra fauna y flora.
Desde luego que algo se hace y todos los gobiernos saben lo que están haciendo mal o a destiempo, ¿pero es suficiente?
Estamos a tiempo de emplear las tecnologías disponibles, al menos para enlentecer lo que a esta altura parece una espada de Damocles sobre la humanidad, hagámoslo entonces.
A.R.D.
