Hoy esta página cumple a cabalidad su cometido principal: mostrar la creación literaria de salteños contemporáneos que habitualmente no publican, al menos en nuestro medio. La ocupan esta vez, poemas de Juan Darío da Rosa, nacido el 23 de noviembre de 1971 en Zanja del Tigre. Formador de docentes en el área técnica de mecánica, gusta presentarse así: «tengo 48 años, soy casado y tengo 2 hijos; católico practicante, defensor de los valores cristianos y morales, del amor y la amistad sinceros, del compromiso en el trabajo y la lucha por un mundo de convivencia entre hermanos».
COSAS DEL CORAZÓN
Buen día
rayito de luz preciado,
que entras por un orificio
del corazón perforado
y alumbras la monotonía
de ese rincón sombrío
que el alma tiene olvidado.
En el silencio dormitante
de flotantes pensamientos
escuché hace un instante
a tu voz que por momentos
se hace susurro al viento
como acariciando al aire.
Con la belleza natural
de tu rostro iluminado
te están haciendo un mural
los varones desdichados,
y como si fueras tesoro
trepan tus rizos de oro
las miradas del galán
que sueña disimulado.
SILENCIO
Percibo en la vigilia, de este, mi mundo pequeño
que mi voz interior jamás se calla
y hasta en el mágica penumbra de
los sueños
se escuchan sus palabras.
En cambio, en ti, un silencio
que sabe a soledad:
lejana, muda, distante,
indiferente; fría oscuridad.
Háblame, ya no importa de qué,
solo háblame, mujer,
y si tu voz ya no se escucha;
mírame
que aprenderé a leer la expresión
de tu mirada.
Aún cuando no puedes verme,
en la ciega oscuridad;
acércate ;
yo descifraré el idioma de tus manos,
de un beso,
de tu aroma perfumado,
de tus latidos
o de un abrazo, cálido, apretado.
Se llenará el vacío del silencio;
cuando escuche la melodía de tu voz,
renacerán profundos sentimientos
y se abrirá tu alma,
como una hermosa flor;
tus palabras serán
como una caricia
…de amor.
COMO EL OTOÑO
Marchaste como el otoño
en una fría mañana
mientras el viento azotaba
contra dormidas ventanas
Mojó la lluvia mi cara
por las calles al andar
lloraba el cielo por mí
porque no quise llorar.
Pisaba las hojas secas
que volaban contra el suelo
caminaba pensativo
en un silencio de hielo
Sabía que marcharías
y no podía creerlo
mi alma estaba sombría
como aquel cielo cubierto.
Cuando te vi; de repente,
coincidencias de la vida,
me confirmó tu mirada
que esa mañana te irías.
Sentía en mi garganta
un nudo que se formaba
tenía ganas de hablarte
pero no te dije nada.
Como azules golondrinas
que se marchan con el frío,
como aquellas que no vuelven
…así te has ido.
Como en las olas del mar
se pierde el agua del río
como el barco que se aleja
…así te has ido.
Como allá en la lejanía
se va perdiendo el camino,
como el otoño ese día
…así te has ido.
Como el sol, tras el horizonte
se va quedando dormido,
como el día que se muere
…así te has ido.
Le abriste puertas al mundo
para andar otros caminos
pero no podrás abrirle
las puertas del olvido.
Desde el profundo silencio
a la mirada perdida
yo guardaré tu recuerdo
en el cofre de la vida.
