Casi dos años y medio después de asumir el nuevo gobierno del país, vemos que felizmente parece haberse olvidado de aquella insistencia en darle navegabilidad al Río Uruguay.
Siempre dijimos que era este un proyecto faraónico y sin viabilidad, porque quien conoce el Río Uruguay en toda su extensión, sabe que este en su extensión tiene innumerables saltos de agua, de varios metros muy difíciles de salvar para cualquier embarcación de mediano o gran porte.
Unido a ello hay que tener en cuenta que en el trayecto del río han sido construidas varias represas y puentes, que también deberían de modificarse para permitir el pasaje de embarcaciones.
En este contexto nos ha sorprendido el proyecto del puerto de barcazas, que se construirá al norte de la represa de Salto Grande, es decir en el embalse y próximo a la represa.
No entendemos nada. Teniendo a corta distancia un puente que permite el pasaje del Río, entre Argentina y Uruguay, no vemos que esta segunda opción, tenga suficiente demanda como para justificar tamaña inversión.
El Río Uruguay ha sido la tumba de grandes inversiones.
Recuérdese lo que entendemos ha sido el último intento, vale decir el intento de la chata “Amambay” cargada de granos, de salvar la escollera del Hervidero, encallando allí al punto de ser imposible sacarla de su varadero.
Nunca como en este momento hemos deseado tanto equivocarnos y que los impulsores de este proyecto hayan estudiado debidamente el proyecto y su viabilidad, porque tanto en su construcción como en la implementación del servicio, daría trabajo para un importante número de personas.
La navegabilidad del Río Uruguay había sido anunciada como un “buque insignia” en los planes del gobierno nacional para la región. Por nuestra parte siempre lo consideramos inviable, tan inviable como han sido los planes de navegación a través de la represa y como mudo testimonio de este fallido proyecto permanece la esclusa de navegación construida aguas arriba sobre costa argentina.
Para que funcionara necesita ser construida otra esclusa similar, proyectada aguas abajo de Salto Chico y un canal de navegación que uniría a ambas, de 13 kilómetros de extensión. Otra obra faraónica, que hace 40 años permanece “dormida”, porque nada justifica tamaña inversión para volver navegable sólo un pequeño tramo del Río Uruguay.
Esperamos honestamente que estemos equivocados.
A.R.D.
El Río Uruguay: ese gigante
indomable
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