FINAL
Estamos llegando lentamente a la recta final de una nueva contienda que los uruguayos volveremos a dirimir en las urnas, civilizadamente… cívicamente. Motivo más que para sentir orgullo de la democracia que vive plenamente enraizada en nuestro ADN de ciudadano oriental, junto a las más firmes tradiciones que nos fueran legadas por tantos y tantas compatriotas que ofrendaron con sus propias vidas la paz que hoy tenemos, ilustres desconocidos algunos, pero que fueron tan importantes como un Artigas, Lavalleja, Oribe o Rivera.
Esperemos que la semana que viene, cuando estemos escribiendo nuevamente esta columna podamos volver a mirarnos a los ojos y decir, tarea cumplida con la historia, porque otra cosa no puede esperarse de nosotros. El día después, «sin vencidos ni vencedores». De todas maneras, habrá vencido el país y cada uno de nosotros, que fuimos una vez más convocados a decidir sobre un diferendo de opiniones y el Pueblo Soberano decidió. Y cuando el Pueblo se expresa en las urnas, se respeta y se acata con total respeto por la opinión contraria.
ORGULLO
Una vez más, siento orgullo de ser uruguayo, y no es para menos. En este caso el país se volvió bicolor, celeste por un lado y rosado por el otro, y ambas opciones o propuestas realizaron una campaña que más allá de los naturales y acostumbrados fuegos de artificio, fue en paz, como no podía ser de otra manera.
Todas las partes tuvieron oportunidad de hacer llegar su voz, fundamentalmente en el mano a mano, conversando entre vecinos, dando cada cual sus argumentos, siendo rebatido por el otro, pero apostando a la inteligencia del pueblo, que los escuchó y este próximo domingo definirá el momentáneo diferendo generado por una ley.
PREOCUPACIÓN
Pero ese orgullo que nos permite visualizar un inminente nuevo triunfo de nuestra democracia y de nuestras instituciones republicanas, no deben impedir que, en el afán de seguir construyendo un mejor futuro, se hagan las correcciones necesarias que esperemos (aunque no somos ingenuos) se realicen de manera natural sin necesidad de imponer a través de la ley algún tipo de correctivo, pero la tarea que cumplieron la mayoría de los medios masivos de comunicación de mi país, llevan a que estemos atentos.
Tuvieron que ser los medios de comunicación del interior los que mostraran el camino a los grandes medios de la capital de cómo dar participación a las dos formas distintas de ver al país, posturas legítimas y legitimadas por las urnas en noviembre de 2019 y que se deben respetar por igual, de un lado y del otro.
No puede ser que cierren sus puertas a los necesarios debates entre las dos partes contendientes en esta instancia porque de lo que se trataba era de brindar la mayor información posible a la ciudadanía, sin monólogos, confrontando civilizadamente, como ocurrió. Por suerte, luego se dieron cuenta y cambiaron medianamente su actitud. Pero algo que debería ser natural entre demócratas no debe estar sujeto al rating o a algún otro interés espurio.
Hasta la semana que viene…
Por: Leonardo Silva
