Desafortunadamente no nos equivocamos cuando sostuvimos que el hecho de ser uno de los pocos países con puertas abiertas en Europa, debido al bajo índice de incidencia de la pandemia en el país, podrían llevarnos a creernos a salvo del virus.
Creo que todos cometimos este error y hoy estamos pagando las consecuencias. Compartimos que las medidas adoptadas por el gobierno nacional en prevención de la salud fueron acertadas, aunque si fueron suficientes o no para enfrentar las consecuencias económicas es más discutible.
Pero la realidad indica que ni éramos los campeones de la cuestión cuando teníamos un bajísimo índice de la pandemia, ni tampoco somos lamentables ahora, cuando España acaba de cerrarnos las puertas por un mes, en virtud del auge del COVID 19.
Tampoco se trata de creernos a rajatablas de que la vacuna que se aplique será totalmente eficiente y justificará que nos olvidemos de la pandemia.
Hay medidas que evidentemente son recomendables, aún cuando no se confirme la existencia de pandemia alguna.
El uso del tapabocas ha demostrado que se trata de una medida eficaz no sólo para evitar la expansión de este virus, sino también de otros microorganismos, causantes de enfermedades.
A nuestro entender lo aconsejable y lo más recomendable es que los uruguayos asumamos con responsabilidad el reto del momento, cuidarnos aún en los momentos en que no exista pandemia.
Demostrar prudencia, responsabilidad y orden, sin exageraciones, pero con la debida precaución nos parece lo más acertado. Tenemos varios factores a nuestro favor, la existencia de un seguro de salud, casi inédito en el mundo, la existencia de la mayor y mejor conectividad de la región y los implementos adecuados para enfrentar una pandemia, se cuentan entre estos elementos.
No por esto resulta producente bajar los brazos, creernos que estamos más allá de cualquier enfermedad y por lo tanto descuidarnos y desentendernos del tema.
Creemos que hemos manejado aceptablemente, que más allá de ciertas posiciones que con matices se han mostrado un tanto discrepantes, hemos estado unidos.
Cuando alguien ingresa a un comercio sin tapabocas o sin guardar la denominada distancia social, a nadie se le ocurre que lo hace porque responde a determinadas ideas políticas o similares, sino que lo que pensamos enseguida es “que irresponsabilidad”.
No somos ni mejores ni peores que nadie. Podemos acertar o errar, pero es mejor asumir siempre con respeto y responsabilidad. Esta es la cuestión.
A.R.D.
Ni mejores antes, ni peores ahora
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