San Pío de La Aurora
Fue en la noche de este viernes que quedó presentado públicamente en Salto (en el Colegio Sagrada Familia), el libro «San Pío de La Aurora – Historias de fe con nombre propio», obra del periodista oriundo de Villa Constitución y actualmente residente en Paysandú, Ramón Eduardo Rodríguez Sánchez.

Se indaga en sus páginas en la historia del Padre Pío (aunque su biografía está más explicitada en un anterior libro de Rodríguez sobre el tema), en la historia tan particular de la estancia La Aurora, en el especial vínculo del propietario de la misma (Ángel María Tonna) con el sacerdote capuchino, y en varios testimonios de fe de diferentes personas (especialmente de Salto y Paysandú) que han sentido la intercesión de Pío en sus vidas.
El acto de presentación del viernes estuvo conducido por Jorge Pignataro, periodista de Diario EL PUEBLO y Radio Libertadores, quien destacó especialmente «la importancia de registrar en libros cosas que de otra manera, seguramente se perderían, como tantas cosas ha perdido la humanidad por no haber tenido la visión, o quizás la posibilidad en algunos casos, de escribirlas en libros». Dijo asimismo que «el Padre Pío es una figura no solo religiosa sino social, cultural, para quien vendrían bien aquellas palabras de Benavides cuando dice en una canción que hay cosas que son parte de lo «universal, lo cósmico, lo infinito»… Es universal, cósmico y es también infinito porque seguramente no se dejará de hablar de él nunca. Va más allá de todo tiempo y espacio. Es, como dijo Neruda refiriéndose a su propia poesía, «de quien la necesite». El Padre Pío es de todas partes, es muy de La Aurora sí, pero es también de aquel lugar en que se lo necesite, ese lugar que puede ser incluso el corazón de un niño, de un anciano, de un enfermo…». Sostuvo por otra parte que «cuando un tema resulta tan amplio y tan complejo, no es fácil decir algo más, algo que aporte nuevos elementos. Es un gran desafío. Ramón lo sabe, lo dice en estas páginas, pero igualmente decide asumirlo, por eso tenemos que agradecer ese gesto a este inquieto periodista».
«El Padre Pío podrá gustar o no, se podrá creer o no en él, se le podrá tener devoción o no, pero tiene una grandeza que lo hace ante todo, respetado por todos», prosiguió Pignataro, para concluir que «algo tuvo y tiene ese hombre, que lo eleva por sobre nosotros y lo convierte en una referencia para la humanidad. ¿Qué es eso que tiene? No lo sé. Leamos pues este libro, aunque sabiendo que en él no se revela una verdad, sino que aporta elementos para la discusión. ¿Encontraremos algún día eso tan inefable, tan imposible de explicar con palabras, que tiene el Padre Pío? ¿Habrá que encontrarlo? ¿Es necesario? ¿O lo maravilloso es precisamente el misterio? ¿No será mejor seguir buscando pero no para encontrar, sino por el placer de la búsqueda en sí misma?».
Vino luego un muy rico intercambio entre el público asistente (que colmó el salón de actos) y el autor y presentador del libro. Se contaron testimonios, se hicieron preguntas y se aportó información.
Pío: lo extraordinario de lo extraordinario
Al momento de concluir el acto, Rodríguez expresó su «ferviente amor a Pío», y dijo que «no esperen encontrar en este libro mi objetividad; yo amo a Pío y desde ese lugar de devoto lo escribí». Luego dio lectura a esta página, titulada «Pío: lo extraordinario de lo extraordinario»:
La historia de vida de Padre Pío impacta, sensibiliza, cautiva enamora, emociona transforma, cuestiona, revela, inspira, trasciende las indiferencias y, especialmente acerca a Dios.

La vida de Pío fue extraordinaria, más precisamente muy extraordinaria, como muy pocas. Su presencia en la tierra dejó huellas profundísimas que trascienden las barreras del tiempo y las fronteras geográficas. Pero la historia de vida de Pío no concluye con el fin de la existencia terrena; por el contrario: cuando trasciende el plano físico asume una nueva etapa de su presencia, superadora de los condicionamientos humanos, desde la que cumple a cabalidad plena lo que él mismo anunció cuando dijo: «haré más ruido muerto que vivo».
¿Habrá un gesto de amor más puro, incondicional e inconmensurable que ofrecer la vida misma por un hermano que sufre? Pío entregó a Jesús su físico deteriorado para compartir las heridas que el maestro amado sufrió en la cruz y convivió más de 50 años con esos estigmas abiertos y sangrantes.
Seguramente aún el más incrédulo observará con inquietud al crucificado vivo.
Nos impacta que haya sido capaz de estar en dos lugares al mismo tiempo, que levitara, que hablara y escribiera idiomas que no conocía, que leyera conciencias y profetizara. Nos embriaga dulcemente su aroma a santidad. Admiramos y amamos su compromiso con la oración, su ferviente vocación sacerdotal, su cabal cumplimiento de los votos de castidad, obediencia y pobreza, su paciencia y disciplina, la divina capacidad de entender desde el amor sin resentimientos. Su lucha frontal, explícita, de tiempo completo, contra el maligno y contra el mal.
Lo extraordinario del ser nos moviliza, nos atrae y recurrimos a él y, efectivamente, su intercesión nos garantiza sanación para el físico y el espíritu.
Sin embargo, pío no solo es extraordinario por sus milagros, de los que se cuentan de a miles a lo largo y ancho del mundo. «El ruido» que hizo en su vida terrena y el que hace ahora, desde otros planos, no se limita a las maravillosas manifestaciones que cuestionan profundamente las leyes de la física, los conocimientos de la medicina, los cálculos matemáticos, las reglas de la biología, las posibilidades de razonamiento o, básicamente, el sentido común.
Pío es extraordinario por su capacidad de amar. Porque ama a Dios plenamente y sin cuestionamientos. Porque ama a Jesús sin límites y se entrega a su causa sin condiciones. Porque ama a María fervientemente y la tiene presente en cada momento de su existencia.
Pío es extraordinario porque ama a sus hermanos infinitamente, a todos.
Lo extraordinario de Pío es su capacidad de hacerse uno con la divinidad por el amor, cumpliendo el precepto básico que enseña Jesús.
Su ser se integra plenamente a la luz, se hace uno con el Padre y con el Hijo, trasciende a los planos más superiores cuyo funcionamiento y existencia resultan incomprensibles e inabarcables desde nuestra condición humana.
Es una bendición conocer la historia de vida de Pío y recurrir a él. Genera paz, esperanza y felicidad sentir y saber que sigue haciendo «ruido» con sus intervenciones. Pero lo extraordinario de lo extraordinario es su capacidad de amar; ese es su principal «milagro» y su enseñanza básica.
Quizás, si tuviésemos plena conciencia de este asunto dejaríamos de atender un poco todo aquello que maravilla nuestro entendimiento humano y ante la manifestación más increíble podríamos pronunciar esta pregunta con características de sentencia: ¿qué no sería posible para quien se hizo uno con Jesús?