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martes, 4 de marzo de 2025
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Cuando se ignora la realidad que no nos favorece

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Mientras sigamos viendo y admitiendo solo la parte de la película que nos favorece, enceguecidos por posiciones más ideológicas que racionales, no habrá posibilidad de solucionar nada.
Nos explicamos, los defensores de la Ley de Urgente Consideración (LUC), entienden que existe sólo una policía, totalmente honesta, sacrificada y dedicada a proteger a los ciudadanos y a darles seguridad y por lo tanto es necesario darles mayores atribuciones y menos exigencias a la hora de actuar.
Quienes se oponen a la LUC consideran que la policía tiene en sus filas gente que no hace honor precisamente al uniforme que viste y es decididamente corruptible. Está precisamente en la vereda de enfrente de lo que consideran quienes defienden la LUC.
En medio de todo esto nos hacen ruido, las denuncias efectuadas por la Asociación de Defensores de Oficio, gente que consideramos abnegada y sacrificada en su gran mayoría, no toda por supuesto, pero incapaz de inventar denuncias sin argumentos.
Como decíamos al principio, mientras veamos sólo la parte que queremos ver, no habrá posibilidades de soluciones de fondo, sencillamente porque no partimos de la realidad del problema.
La realidad indica que hoy en buena medida juega la ambición. Don dinero, que todo lo corrompe, tiene un gran poder y por lo tanto, es cierto que existen una cantidad de policías “tentados” por él y desde luego que “la necesidad tiene cara de hereje”, como decían nuestros mayores.
Debemos asumir que en muchas ocasiones, el policía urgido de dinero, se ve tentado a agarrar fuertes sumas a veces tanto o más de lo que gana en un mes de trabajo y obviamente que una vez que agarra este dinero, nunca más se podrá librar de sus “socios” y por lo tanto se vuelve enemigo de sus propios compañeros de trabajo.
No estamos diciendo que todos los policías son iguales y caen en estas redes de corrupción. Pero hay que tener en cuenta que quien no se “alinea” o entorpece de alguna manera el accionar de estos delincuentes, corre el riesgo de ser sacado del medio y por lo tanto el policía que no se involucra, tampoco habla, porque sabe que puede costarle caro.
Esta es la realidad que algunos no quieren ver. No estamos tomando partida por ninguna de las dos, sólo y sencillamente no atrevemos a afirmar que mientras así sea, no habrá solución posible.
No existe una sola realidad y si queremos intentar algo diferente, es necesario empezar por asumirla.

A.R.D.

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