“Llegar al Valle de Las Lágrimas es un encuentro con los uruguayos que quedaron allí”
Hace unos días publicábamos una entrevista con uno de los guías que llega todos los años a el Valle de las Lágrimas, un lugar tan especial para todos los uruguayos en particular para aquellos que sobrevivieron a la tragedia de Los Andes. Claro que para las generaciones de los ’70 es más fácil el vínculo con este tema, pero en estos tiempos hemos encontrado personas jóvenes que incluso después de leer los libros escritos por los sobrevivientes de este accidente aéreo en la cordillera, se han inspirado para realizar la travesía que en este caso duró cuatro días.
Benjamín Udaquiola es un joven nacido en Paysandú, pero con un fuerte arraigo en nuestra ciudad ya que se encuentra estudiando en la Universidad de la Republica.
Animado por su familia y amigos tomó coraje y lo que le aconsejaron los guías para subir a la montaña y encontrarse con un paisaje que según su relato jamás se le borrara de la memoria.

La gran experiencia en la vida de Benjamín
“Fue en el mes de octubre del año pasado cuando llegue hasta Mendoza y de ahí partimos hacia el lugar de inicio para llegar en cuatro días a la cruz donde todos los uruguayos que llegamos sentimos un dejo de tristeza por los que quedaron allí después del accidente, pero también con ese asombro porque los que sobrevivieron y principalmente Parrado y Canessa que se caminaron todo hasta encontrar a las personas que lo ayudaron.
En mi familia siempre fue tema de los domingos al mediodía (no siempre) pero de vez en cuando salía el tema de porque caminaron hacia Chile y no hacia Argentina, la ruta era más corta pero claro, había que estar ahí. Desde muy chico (yo tengo 24 años) siempre me intrigó esta historia, porque más allá de lo que lograron hay un mensaje muy grande, pero yo me quedo con los que quedaron; los que no pudieron salir, me parece que ellos también nos dejaron un testimonio.”
La travesía, días de caminata y noches con la mejor versión del cielo
“Antes de comenzar y antes de viajar le pedí a mis amigos y familia que no me contara nada, acerca del clima y tampoco de los lugares donde estaría. Incluso a los guías les dije que no nos adelantaran nada del viaje, ellos me miraron y sonrieron, también les explique que yo estaba ahí porque era más que cumplir un sueño se trataba de un camino para acompañar a los compatriotas que no volvieron.
El primer día que salimos se nubló y yo me dije; bueno ahora llueve y esto se suspende, pero las condiciones cambiaron y en el mediodía se despejó y no puedo describir lo que íbamos viendo con la luz del sol, y bueno mucho menos con la noche; ese espectáculo inmenso con la bóveda celeste a full, donde el fuego de la hoguera se apaga y te deja con todo el cielo para vos. Te confieso que ninguno de los días dormí sin mirar el cielo. Estábamos cansados pero ese espectáculo no me lo podía perder”.
Un mensaje de Paz y sobre todo de aprendizaje.
“Sabes que, a lo largo de la caminata, que a mí me costó mucho porque tengo una lesión en la rodilla y el hecho de no jugar más al futbol me llevo a aumentar de peso, en un año de pesar 67 pase a casi 79 kilos. La exigencia fue muy notoria pero la gente que iba conmigo me alentó siempre. Increíblemente hasta con un holandés que leyó un libro de Canessa y en ese momento esperaba por la película estaba con nosotros en el viaje. Incluso se venia a Uruguay para conocer más de nuestro país y las costumbres.
La llegada al lugar
“El día que llegamos fue muy especial, sinceramente te invade una emoción muy grande, había gente de varias partes de américa latina y no sé porque, pero cuando tocamos la cruz me abrazaron y vi en muchos lagrimas en sus ojos, sentí en ese momento tristeza por los uruguayos que no volvieron a Montevideo y un orgullo muy grande por la proeza realizada por los que siguen hoy llevando ese mensaje tan esperanzador a muchas personas que lo necesitan. Solamente le digo a las personas que puedan ir, que vayan y después cuenten a todos esa gran experiencia”.