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domingo, 8 de junio de 2025
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Nunca tan claro

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Diario EL PUEBLO digital
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En esta pugna de intereses que nos enfrenta a todos contra todos, donde vencer pasar a ser sinónimo de destruir, ¿cómo es posible levantar la cabeza para reconocer al vecino o para ponerse al lado del que ya está caído en el camino? Un proyecto con grandes objetivos para el desarrollo de toda la humanidad hoy suena a delirio. Aumentan las distancias entre nosotros, y la marcha dura y lenta hacia un mundo unido y más justo sufre un nuevo y drástico retroceso.
Cuidar al mundo que nos rodea y contiene es cuidarnos a nosotros mismos. Pero necesitamos constituirnos en un “nosotros” que habita la casa común. Ese cuidado no interesa a los poderes económicos que necesitan un rédito rápido. Frecuentemente las voces que se levantan para la defensa del medio ambiente son acalladas o ridiculizadas, disfrazando de racionalidad lo que sólo son intereses particulares. En esta cultura que estamos gestando, vacía inmediatista, y sin un proyecto común, “es previsible que, ante el agotamiento de algunos recursos, se vaya creando un escenario favorable para nuevas guerras, disfrazadas detrás de nobles reivindicaciones”
Partes de la humanidad parecen sacrificables en beneficio de una selección que favorece a un sector humano digno de vivir sin límites. En el fondo “no se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas, si “todavía no son útiles” – como los no nacidos – , o si “ya no sirven” – como los ancianos- Nos hemos hecho insensibles a cualquier forma de despilfarro, comenzando por el de los alimentos, que es uno de los más vergonzosos.
La falta de hijos, que provoca un envejecimiento de las poblaciones, junto con abandono de los ancianos, a una dolorosa soledad, es un modo sutil de expresar que todo termina con nosotros, que sólo cuentan nuestros intereses individuales. Así “objeto de descarte no es sólo el alimento o los bienes superfluos, sino con frecuencia los mismos seres humanos. Vimos lo que sucedió con las personas mayores en algunos lugares del mundo a causa del coronavirus. No tenían que morir así. Pero en realidad algo semejante ya había ocurrido a causa de olas de calor y en otras circunstancias cruelmente descartados. No advertimos que aislar a los ancianos y abandonarlos a cargo de otros sin un adecuado y cercano acompañamiento de la familia, mutila y empobrece a la misma familia. Además termina privando a los jóvenes de ese necesario contacto con sus raíces y con una sabiduría que la juventud por si sola no puede alcanzar.
Extraído de la Carta Encíclica “Fratelli Tutti” del Papa Francisco.
A.R.D.

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