POR LEONARDO SILVA
COMENZANDO un nuevo año en cuanto a escribir esta columna semanal, que hacemos desde abril de 2007, por lo que estamos por cumplir dieciséis años ininterrumpidos haciéndolo con casi 800 ediciones (797 con ésta, para ser más exacto), no impide que sintamos la misma incomodidad que solemos tener cada semana a la hora de sentarnos frente a nuestra computadora en nuestro escritorio pensando sobre qué escribir.
Por lo pronto, desear que todos nuestros queridos lectores hayan pasado lo mejor posible las tradicionales fiestas de fin de año, donde se vio menor cantidad de cohetería y fuegos artificiales en la ciudad, aunque algunos amigos me observaron que eso se trató del barrio en el que uno estuviera, pues hubo de todo. Igual pareció existir un poco más de respeto por la normativa vigente a nivel departamental pero de todos modos, y ante la ausencia de control gubernamental, hubo claros ejemplos de excesos detectados a simple oídas.
Se tendrá que seguir apostando a un cambio cultural de nuestra sociedad en ese sentido, pero tampoco estaría de más que la misma fuese acompañada con una campaña oficial de concientización en los medios, lo que hasta el momento, se ha visto poco y nada.
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PRIMERO. El 1° de enero había poco para hacer en familia, además, el calor bochornoso que había en el exterior invitaba a quedarse en casa. El plan que pudimos implementar fue apoltronarnos frente al televisor y ver el cambio de mando presidencial en Brasil donde asumía Lula da Silva por tercera vez la principal magistratura del país norteño; con el agregado especial de ver cómo se comportaba nuestra delegación oficial encabezada por tres Presidentes, uno de ellos en ejercicio. Delegación que fue tomada a nivel internacional como un ejemplo de tolerancia política que justo no se estaba viviendo en Brasil, al extremo que el presidente saliente “huyó” a Estados Unidos para no entregar la banda presidencial, lanzando al mundo un mensaje claro y peligroso.
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ASONADA. Increíblemente exactamente una semana después, Brasil volvió a ser noticia pero no por razones placenteras, sino por la asonada que protagonizó un importante grupo de seguidores del anterior presidente, con poca vocación democrática y que recordó enseguida a la toma del Congreso norteamericano por adherentes del expresidente Trump.
Todo el sistema político uruguayo fue tomado por sorpresa un domingo de verano donde las principales figuras se encuentran en el Este veraneando. El mismo Presidente Lacalle debió dejar de surfear un rato en La Paloma para escribir un tuit: “Lamentamos y condenamos las acciones llevadas a cabo en Brasil que atentan contra la democracia y las instituciones”.
Contundente el Presidente Lacalle, aunque menos expresivo que cuando refiere a las “dictaduras” de izquierda de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Recordemos también que Lula estará visitando Uruguay el 25 de enero tras la invitación realizada por el mismo Lacalle el día de su asunción, y se debe ser diplomático en cuestiones como las que están pasando.
Cuando se ven las imágenes que vienen de otros países con demostraciones de intolerancia política como las de ayer, es cuando más orgulloso me siento de ser uruguayo.
Hasta la semana que viene…