Brasil ha dado una muestra más de lo que significa para la región. Ha dado una muestra de lo que se debe hacer, de lo que se puede y lo que no se podrá nunca en una América dividida y “agrietada”
Que Lula “pagó” con un año y medio de cárcel lo que la oposición consideró un delito y sus seguidores una “cama” instrumentada precisamente para sacarlo del ruedo, todos lo saben.
Ese mismo ex presidente de la quinta nación más grande del mundo y una de las más influyentes en materia económica, es quien hoy cuando lo que conocemos como la Suprema Corte de Justicia lo considerará inocente y libre de los cargos de los que se lo acusó, está liderando las elecciones presidenciales.
Seguramente no es lo mismo cometer errores, que delitos, porque ser cómplice de un delincuente o mirar para otro lado, es convertirse en delincuente. En cambio cometer errores en una decisión es más que nada eso: un error que está dentro de las posibilidades de todo lo humano.
Brasil como una potencia (la segunda de América luego de Canadá), tiene sus ventajas y también sus obligaciones, porque la naturaleza que ocupa y seguramente lo que hagan sus gobiernos es mirado y cuestionado desde muchos ángulos.
La responsabilidad que le cabe con el manejo del Amazonas es muy grande, el denominado “pulmón” de la naturaleza no admite mayores cambios sin “pasarnos factura” y la tentación de aprovechar esas enormes extensiones de tierra fértil en la agricultura y otras producciones, es muy grande.
Lamentablemente el resultado de las elecciones del pasado domingo, en cuanto a las gobernaciones y las cámaras legislativas del gigante norteño, no indican nada bueno.
El candidato triunfador en los comicios parece estar muy cerca de llegar a la presidencia, pero los festejos y quien se considera triunfador es precisamente su oponente, porque ha conseguido más escaños y mejores resultados legislativos que en el pasado período.
De acuerdo a lo que tenemos entendido, Jair Bolsonaro ha obtenido algo así como una veintena más de legisladores, que la vez anterior e incluso ha mejorado su representación a nivel estadual.
Esto significa que gobernar no será fácil y gane quien gane la presidencia, las principales leyes, las que el Brasil y el mundo necesitan, difícilmente serán aprobadas.
A.R.D.