Nació en 1943 y su infancia transcurrió en la década del 40, vivía su niñez cuando se viene la del 50, seguía en la adolescencia cuando llega la del 60, y se hace adulto en la época dorada del boxeo en Concordia, la del 70. De manera que las vio «a todas».
Un par de años atrás, se le solicitó a HORACIO CRESTO, que apelara a su memoria para invocar el ayer del boxeo en la región. Estaba jubilado, viviendo y recordando en su casa de Villa Adela.
«Yo me integro a la Comisión Municipal de Boxeo en el año 68, con la presidencia de Gómez Díaz. Con el doctor Héctor Albornoz, el abogado «Pepín» Pessolani, el escribano «Juanjo» Mcloughlin, Jorge Moris, Aldo Rubén, y otros. Estuve hasta que me echaron en el golpe del 76. Venían muchos y buenos uruguayos. Era una constante de la época. «El Negro» Chiapa, Wilde Carrizo, Omar Diogo, «CASTORA» ALVEZ, «El Petizo» Persincula, Wilmer Pintos, y Eulogio Caballero, que era buenísimo».
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A manera de introito, para que el lector de EL PUEBLO capte quien fue CARLOS ALVEZ, «Castora» a secas.

El hombre. El vecino. El pugilista.Y solo se trata de apelar a capítulos puntuales de aquella historia. Cuando alguien se muere, el ritual es ese. A veces, dolorosamente ese. Porque en vida de «Castora», sobre todo en los últimos años, cuántos sabían que vivía. Cuantos sabían que no se había muerto.¿A cuántos nos convocó la duda? ¿Qué fue de esa leyenda del boxeador guerrero? ¿Tan silenciosa su vida que costó verlo? Saber de repente, qué «Castora» estaba ahí. Por ahí.«EL ÚNICO QUE LE PEGÓ»Para el maestro, Ramón Ángel Fonticiella, »
Castora» fue un símbolo de una época dorada del boxeo salteño. Campeón en su categoría en un notable campeonato en la U, organizado por sacrificados deportistas. Inolvidable la final con Diogo, el «Chancho grande». Después se fue a pelear profesionalmente …pero quiero quedar con su ganadora imagen juvenil. Que tenga la Paz que siempre mereció… «
Sergio Machado, apuntó sin más vueltas: «Castora» fue un buen tipo. Me acuerdo una vez vino Nicolino Locche a hacer una exhibición en Universitario y nadie lo tocaba, peleó con unos cuantos y el único que le pegó en la cara fue «Castorita»… un grande».
Miguel Ángel Borges evoca al colega caído, «porque me enseñó mucho, de lo que luego apliqué».
En su momento, Hugo «Tin Tin» Ballesteros, lo definió notablemente: «fue de los mejores de aquel tiempo. Fue un guerrero con técnica sabia. Cuando pegaba, hacía doler» (Diario EL PUEBLO, marzo, 1981)
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Fue amaneciendo el nuevo año. Y hubo que apelar a los nombres del ayer. De ese ayer. El de «Tin Tin» Ballesteros, Napoleón Fagúndez, Marcos «Ringo» Tabárez, el «Gomero» Guipponi, Hugo Berniz, Wilmer Pintos….El hecho es que la muerte de «Castora» obligó a tantos rescates. A tantos. Como la de ese Horacio Cresto en Concordia que dos años atrás evocaba a «Castora», inscrito a fuego en la legión inolvidable. Fue ese tiempo dorado. De golpes. Y también de sueños.