El surgimiento de los cajeros automáticos y de las redes de cobranzas, han constituido, realmente, un importante paso en la simplificación de la vida de la mayoría de la ciudadanía a la hora de obtener dinero a cualquier hora del día y en cualquier lugar, y de abonar cuentas, realizar giros, transferencia y otros servicios que hoy en día, son cotidianos e imprescindibles.
Pero, es también una realidad que, siempre, tenemos los inconvenientes que pueden surgirnos a todos, en momentos inesperados y a horas inapropiadas; y es en esa circunstancia en la que aparece otro dilema.
La no existencia de estos lugares abiertos durante la madrugada -o como se dice ahora, 24/7-, se ha vuelto una falta que, en ciudades como Salto, turística, universitaria, productiva, sería muy conveniente, es más, absolutamente necesario, que se revirtiera.
Sabemos que son empresas privadas, y que mantener esos servicios atendiendo a los clientes conllevan gastos de personal, guardias de seguridad, etc.; pero, en lógico razonamiento, deberían poder ver, también, el negocio.
Tanto los ciudadanos como los empresarios que se animen a incursionar en la propuesta, ganarían; unos, en su rubro; otros, en la comodidad de saber que, ante algún caso fortuito o de fuerza mayor, puede recurrir a un sitio que puede -para ese momento específico-, resolverle un problema.
En estos tiempo de una vida a toda prisa, con tiempo limitado y vertiginosa, todo servicio que aminore la misma, es bienvenido.